(Castellano) Escapar de la Matriz
ORIGINAL LANGUAGES, 23 May 2011
Richard K. Moore – TRANSCEND Media Service
¿Está Ud. listo para la píldora roja?
El momento dramático definitivo en la película La Matriz ocurre inmediatamente a continuación de la invitación de Morfeo a que Neo escoja entre una píldora roja y una azul. La píldora roja promete “la verdad, nada más”. Neo toma la píldora roja y despierta a la realidad – algo tremendamente diferente de todo lo que Neo, o el público, pudieran haber esperado. Lo que Neo había tomado por la realidad resulta ser sólo una ilusión colectiva, inventada por la Matriz y alimentada a una población que está adormecida, en grotescas incubadoras embrionarias. En la famosa parábola de Platón sobre las sombras en las paredes de la cueva, la verdadera realidad al menos se refleja en la realidad percibida. En el mundo de la Matriz la verdadera realidad y la realidad percibida transcurren en planos completamente diferentes.
La intención de la trama es metafórica, y el paralelo que atrajo mi atención tiene que ver con la realidad política. Este artículo presenta una perspectiva singular sobre lo que está pasando en el mundo -y cómo las cosas llegaron a ser de este modo- en esta era de globalización. Desde esa perspectiva de la píldora roja, la realidad de los medios de comunicación y del consenso cotidiano general -como la Matriz en la película- aparecen como una ilusión colectiva inventada. Como Neo, yo no sabía qué estaba buscando al comenzar mi investigación, pero sabía que lo que me estaban diciendo no tenía sentido. Leí numerosas historias y biografías y observando las conexiones entre ellas, empecé a desarrollar mis propias teorías sobre los orígenes de diversos sucesos históricos. Me encontré esencialmente de acuerdo con escritores como Noam Chomsky y Michael Parenti, pero también percibí importantes características comunes que otros parecen haber pasado por alto.
Cuando empecé a seguir las fuerzas históricas, e interpretar los sucesos de nuestros días desde una perspectiva histórica comencé a ver una recurrente dinámica en operación, muy diferente de lo que proclamaban las declaraciones oficiales. Después de todo, tales declaraciones son fanfarria de relaciones públicas, utilizada por políticos que quieren atraer a los votantes. La mayoría esperamos esa retórica de los políticos, y tomamos lo que dicen como algo adornado. Pero a medida que fui enfocando mi propia visón de la realidad actual, eso de “algo adornado” ya no resultó una descripción adecuada. Comencé a ver que esa realidad del consenso general -generada por la retórica oficial y amplificado por los medios de comunicación- presenta muy escasa relación con la realidad real. “La matriz” era una metáfora para la que me encontraba listo.
En la realidad del consenso general (la perspectiva de la píldora azul) la “izquierda” y la “derecha” son los dos extremos del espectro político. La política es un tira-y-afloja entre facciones en competencia, desarrollado por los partidos políticos y los representantes elegidos. La sociedad es llevada de aquí para allá dentro del espectro político, según los intereses del partido que haya ganado la última elección. La izquierda y la derecha son, por consiguiente, enemigos políticos. Cada lado está convencido de que sabe cómo mejorar la sociedad; cada uno cree que el otro disfruta de una influencia desmedida; y lo reprocha por el estancamiento político que al parecer impide a la sociedad enfrentar eficazmente sus problemas.
Esta perspectiva del proceso político, y de los roles de la izquierda y la derecha, está muy lejos de la realidad. Es una ilusión colectiva inventada. Morpheus le dice a Neo que la Matriz es “el mundo que fue plantado ante sus ojos para esconderle la verdad… .Mientras exista la Matriz, la humanidad no puede ser libre.” La realidad del consenso político es precisamente tal matriz. Después echaremos una mirada fresca al papel de la izquierda y la derecha, y a la política nacional, pero primero debemos desarrollar nuestra perspectiva histórica de píldora roja. He tenido que condensar los argumentos a lo más esencial; por favor vea las citas al final del documento original (en inglés), para tratamientos más completos de temas particulares.
El imperialismo y la matriz
Desde los tiempos de Colón hasta 1945, los asuntos mundiales estuvieron dominados principalmente por la competencia entre las naciones Occidentales [principalmente Europa Occidental, a la que se le suma después los Estados Unidos] pretendiendo demarcar sus esferas de influencia, controlar las rutas marinas, y explotar los imperios coloniales. Cada poder Occidental se convirtió en el centro de una economía imperialista cuya periferia era manejada para beneficio de la nación centro. El poderío militar determinaba la extensión de un imperio; se iniciaba una guerra cuando una nación centro sentía que tenía poder suficiente para extender su periferia a costa de una competidora. Se mantenía atrasadas a las economías y sociedades de la periferia para mantener a sus poblaciones bajo control, proporcionando mano de obra barata, y garantizar mercados para los productos generados en el centro. El imperialismo no sólo despojó a la periferia de sus riquezas sino que además de su capacidad de desarrollar sus propias sociedades, culturas, y economías de una manera natural para beneficio local.
La fuerza directriz del imperialismo Occidental, desde cuando Isabel comisionó a Colón en su primer viaje empresarial, siempre ha sido la búsqueda de rendimientos económicos. La retórica del imperio acerca de las guerras, sin embargo, ha sido típicamente sobre otras cosas – la Carga del Hombre Blanco, llevar la verdadera religión a los paganos, el Destino Manifiesto, derrotar el Peligro Amarillo o a los Hunos, buscar el lebensraum, o hacer al mundo seguro para la democracia. Cualquier motivación era inventada para la guerra o el imperio, con tal de tranquilizar la conciencia colectiva de la población de esos tiempos. Las mentiras propagandistas de ayer fueron registradas y se convirtieron en la historia de consenso – el tejido de la matriz.
Mientras los costos territoriales del imperio (flotas, administraciones coloniales, etc.) eran sobrellevados por los contribuyentes Occidentales en general, las ganancias del imperialismo eran disfrutadas principalmente por corporaciones privadas e inversionistas. El gobierno y las élites corporativas eran socios en el negocio del imperialismo: los imperios le daban poder y prestigio a los líderes gubernamentales, y poder y riqueza a los líderes corporativos. Las corporaciones ejecutaban el negocio real del imperio mientras los líderes gubernamentales inventaban nobles excusas para las guerras que fueran necesarias para mantener el negocio en operación. La realidad de la matriz se refería al patriotismo, honor nacional, y causas heroicas; la verdadera realidad estaba totalmente en otro plano: el de la economía. La industrialización, que empieza hacia finales de los 1700s, creó una demanda por nuevos mercados y el aumento de las materias primas; ambas demandas estimularon una acelerada expansión imperial. Los invercionistas adinerados amasaron fortunas armando operaciones industriales y comerciales en gran escala, produciendo la aparición de una influyente élite capitalista. Como toda élite, los capitalistas usaron su riqueza e influencias para promover sus propios intereses por todos los medios posibles. Y los intereses del capitalismo siempre se reducen al crecimiento económico; los invercionistas deben cosechar más que lo que siembran o el sistema entero se atasca chirreando.
Así, capitalismo, industrialización, nacionalismo, guerra, imperialismo -y la matriz- coevolucionaron. La producción industrializada de armamentos proporcionó la fuerza para la guerra moderna, y el capitalismo proporcionó el apetito para usar esa fuerza. Los líderes gubernamentales desarrollaron las políticas necesarias para expandir el imperio mientras creaban una retórica de matriz, alrededor del nacionalismo, para justificar esas políticas. El crecimiento capitalista dependía del imperio, que a su vez dependía de una nación centro fuerte y estable para defenderlo. Los intereses nacionales y los intereses capitalistas estaban indisolublemente unidos – o así pareció por más de dos siglos.
La Segunda Guerra Mundial y la Pax estadounidense
1945 será recordado como el año en que terminó la Segunda Guerra Mundial y se rompió el núcleo atómico. Pero 1945 marcó, también, otra fisión memorable – la rotura del vínculo entre intereses nacionales y capitalistas. Después de cada guerra anterior, y en muchos casos luego de grandes devastaciones, las naciones europeas se habían recompuesto y vuelto a su competencia por desarrollar sus imperios. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, se estableció una Pax Estadounidense. La bandera de los EE.UU. comenzó a administrar todas las periferias occidentales a favor del capitalismo en general, impidiendo que las potencias comunistas interfirieran en el juego. Las potencias capitalistas ya no necesitaron pelear por dominios de inversión, y se reemplazó el imperialismo competitivo por el imperialismo colectivo (vea columna lateral). Las oportunidades de desarrollo del capital ya no estuvieron ligadas al poderío militar de las naciones, excepto por el poder de los EE.UU. En su Matando la esperanza: intervenciones de los EE.UU. y la CIA desde la Segunda Guerra Mundial , William Blum describe cientos de significativas intervenciones encubiertas y abiertas, mostrando cómo los EE.UU. desarrollaron su rol de administración imperial.
Columna Lateral |
Planificación de élite para el neo-imperialismo de postguerra… La Recomendación P-B23 (julio, 1941) declaró que las instituciones financieras mundiales eran necesarias con el propósito de “estabilizar las monedas y facilitar los programas de inversión de capital para empresas constructivas en regiones retrógradas y subdesarrolladas.” Durante la última mitad de 1941 y en los primeros meses de 1942, el Concejo desarrolló esta idea para la integración del mundo…. Isaiah Bowman fue el primero en sugerir una manera de resolver el problema de mantener un control eficaz sobre los territorios más débiles a tiempo que evitando una conquista imperial abierta. En una reunión del Concejo en 1942 de mayo, declaró que los Estados Unidos tenían que ejercer la fuerza necesaria para asegurar “la seguridad,” y al mismo tiempo “evitar formas convencionales de imperialismo.” La manera de hacer esto, argumentó, era darle carácter internacional al ejercicio de ese poder a través de un cuerpo de Naciones Unidas. – Laurence Shoup & William Minter, en Trilateralism de Holly Sklar, escribiendo sobre las recomendaciones estratégicas desarrolladas durante la Segunda Guerra Mundial por el Concejo de Relaciones Exteriores. |
En los años de la postguerra, la realidad de la matriz se alejó aun más de la realidad real. En el mundo de la matriz de postguerra, se había abandonado el imperialismo, y se estaba “democratizando” el mundo; en el mundo real, el imperialismo se había organizado mejor haciéndose más eficiente. En el mundo de la matriz, los EE.UU. “restablecían el orden”, o “acudían en ayuda” de naciones que estaban siendo “desestabilizadas por la influencia Soviética”; en el mundo real, la periferia estaba siendo reprimida y explotada sistemáticamente. En el mundo de la matriz, los beneficios iban hacia la periferia, en la forma de innumerables programas de ayuda; en el mundo real, se estaba extrayendo una inmensa riqueza desde la periferia.
Crecientes fallas en la matriz no fueron advertidas por la mayoría de la gente en Occidente, pues los años de postguerra trajeron niveles sin precedentes de prosperidad occidental y progreso social. La retórica aseguraba que el progreso llegaría a todos, y los occidentales podían verlo materializándose en sus propios pueblos y ciudades. El Occidente se convirtió en el núcleo colectivo de un imperio global, y el desarrollo explotador condujo a la prosperidad de las poblaciones occidentales, a tiempo que generaba inmensas riquezas para las corporaciones, los bancos y los acaudalados inversionistas de capital.
Fallas en la Matriz, rebelión popular y neoliberalismo
La agenda paralela de explotación del Tercer Mundo y prosperidad Occidental funcionó eficientemente por las dos primeras décadas de postguerra. Pero en los 60s, grandes números de occidentales, particularmente los jóvenes y bien educados, comenzaron a notar fallas en la matriz. En Vietnam, el imperialismo estaba demasiado desnudo como para enmascararlo como algo distinto. Una gran ruptura apareció en la conciencia pública de EE.UU., a medida que millones protestaban contra la guerra y por los derechos civiles, rompiendo el consenso inventado en los 50s y delatando la realidad de la explotación y represión tanto interna como hacia fuera. Surgió el movimiento ambientalista, desafiando incluso la explotación del mundo natural. En Europa, 1968 se unió a 1848 como un hito de protesta popular.
Estos desarrollos perturbaron a los planificadores de la élite. Se estaba desafiando la estabilidad del régimen de postguerra desde el interior del núcleo – y la fórmula de prosperidad occidental ya no garantizaba la pasividad pública. Un informe publicado en 1975, el Informe de la Comisión Trilateral sobre Gobernabilidad de las Democracias, permite vislumbrar la manera de pensar de los círculos de élite. Alan Wolfe discute este informe en el aclarador Trilateralismo, de Holly Sklar. Wolfe discute el análisis presentado por el profesor Samuel P. Huntington, de Harvard, presentado en la sección del informe titulada “La Crisis de la Democracia”. Huntington es un bien articulado promotor de los giros de política de élite y contribuye artículos centrales a publicaciones como Foreign Affairs, del Consejo de Relaciones Exteriores.
Huntington nos dice que las sociedades democráticas “no pueden funcionar”, sino con una ciudadanía “pasiva”. El “levantamiento democrático de los 60s”, representaba un “exceso de democracia”, que debía ser reducido si los gobiernos había de llevar adelante sus políticas nacionales e internacionales tradicionales. La idea de Huntington sobre “políticas tradicionales” queda clara en un pasaje del informe:
“Si EE.UU. fue gobernado por alguien durante las décadas siguientes a la Segunda Guerra Mundial, fue por el Presidente con el apoyo y cooperación de individuos clave y grupos en la oficina ejecutiva, la burocracia federal, el Congreso y los más importantes bancos, firmas de abogados, fundaciones y medios de comunicación, que constituyen “La Institucionalidad” (the Establishment) del sector privado.”
En estas pocas palabras, Huntington revela que la democracia electoral tiene muy poca relación con cómo se gobierna los EE.UU., y resume el tipo de personas incluidas en la comunidad de planificación de élite. ¿Alguien necesita teorías de conspiraciones cuando las maquinaciones de élite están claramente descritas en documentos públicos como éste?
Además de no proveer pasividad popular, el modelo de prosperidad para las poblaciones occidentales mostraba otra falencia, relacionada con el éxito económico de Japón. Bajo el paraguas de la Pax Estadounidense, Japón había sido conseguido industrializarse y convertirse en contrincante imperial – la prohibición del rearme japonés se había tornado irrelevante. Con el estándar de vida japonés más bajo, los productores japoneses pudieron rebajar los precios internacionales y quitarle mercado a los productores occidentales. El capital occidental necesitaba una manera de hacerse más competitivo en los mercados mundiales y la prosperidad occidental obstaculizaba el camino. Los estrategas de la élite, como mostraba Huntington, eran perfectamente capaces de comprender estas consideraciones, y los requisitos del desarrollo corporativo creaban una fuerte motivación para hacer los ajustes necesarios – tanto en la realidad como en la retórica.
Si se podía sacrificar la prosperidad popular, había muchas maneras obvias de hacer más competitivo al capital occidental. Se podía mudar la producción a otros países con menores salarios, dejando subir el desempleo en casa. Se podía atacar los sindicatos y forzar la reducción de salarios, y empujar a la gente a empleos temporales y de jornada parcial, sin beneficios sociales. Se podía eliminar las regulaciones sobre las corporaciones, reducir los impuestos corporativos y de ganancias de capital, y deducir del presupuesto de servicios públicos la disminución de ingresos fiscales. Se podía privatizar las infraestructuras públicas, reducir los servicios para reducir costos, y entonces explotarlas con fáciles ganancias mientras se las dejaba deteriorarse por abandono.
Estos son precisamente los programas y políticas lanzados durante los años de Reagan y Thatcher en EE.UU. y Gran Bretaña. Representan un proyecto sistemático de crecimiento corporativo a costa de la prosperidad y bienestar populares. Tal agenda real podría haber sido impopular, así es que se fabricó una realidad de matriz correspondiente, para consumo público. La realidad de la matriz usó términos reales como “desregulación”, “reducción de impuestos”, y “privatización”, pero en torno de ellos se tejió una mitología económica. La antigua y fracasada doctrina de laissez-faire de los 1800s fue reintroducida con la ayuda de la escuela de economía de Chicago de Milton Friedman, y “menos gobierno” apareció como el orgulloso lema moderno en EE.UU. y Gran Bretaña. Fueron razonables regulaciones las que reestablecieron la estabilidad financiera después de la Gran Depresión, y rompieron monopolios anti-competitivos como el Rockefeller Trust y AT&T. Pero en la nueva realidad de la matriz, se consideraba como interferencia burocrática a todas las regulaciones. Reagan y Thatcher declamaban las virtudes del individualismo y prometían “sacar el gobierno de las espaldas de la gente”. La insinuación era que los individuos comunes tendrían más dinero y libertad, pero en realidad los mayores beneficios irían hacia las corporaciones e inversionistas acaudalados.
El término académico para la economía de laissez-faire es “liberalismo económico”, de modo que la revolución de Reagan y Thatcher ha sido llamada la “revolución neoliberal”. Esta produjo un cambio radical en la realidad real al volver a la filosofía económica que condujo a los talleres masivos, corrupción y monopolios de magnates ladrones en el siglo diecinueve. Produjo un cambio igualmente radical en la realidad de la matriz – una inversión completa de la actitud con que se vio al gobierno. Las políticas de gobierno siempre habían sido criticadas por los medios de comunicación, pero la institución del gobierno siempre había sido respetada – reflejando el vínculo tradicional entre nacionalismo y capitalismo. Con Reagan tuvimos un Presidente en ejercicio, diciéndonos que el gobierno mismo era cosa mala. Muchos de nosotros podríamos haber estado de acuerdo, pero tal sentimiento nunca antes había encontrado el favor oficial. Pronto los pueblos pueblos norteamericano y británico estaban comenzando a aplaudir la destrucción de las instituciones democráticas que, justamente, eran su única esperanza de participación en el proceso político.
La globalización y el gobierno mundial
El vínculo esencial entre nacionalismo y capitalismo se rompió en 1945, pero le tomó tiempo a los planificadores de la élite reconocer esta nueva condición y comenzar a alinear al sistema mundial con esta situación. El estado nación Occidental fuerte había sido el baluarte del capitalismo durante siglos, y las políticas iniciales de postguerra estuvieron basadas en el supuesto de que así sería indefinidamente. El sistema financiero Bretton Woods (el FMI, Banco Mundial, y un sistema de tipos de cambio fijos entre las principales monedas) se fijaron para estabilizar las economías nacionales, y se incentivó la prosperidad popular para proporcionar estabilidad política. El neoliberalismo en los EE.UU. y Gran Bretaña representaron la primera ruptura seria con esta estructura de la política – y trajo las primeras señales visibles de la fisura de la ligazón entre el capital y la nación.
El proyecto neoliberal era económicamente provechoso en los EE.UU. y Gran Bretaña, y el público aceptó la mitología económica de la matriz. Entretanto, la economía global integrada dio lugar a una nueva generación de corporaciones transnacionales, y los líderes corporativos empezaron a comprender que el crecimiento corporativo no dependía de los estado-nación fuertes como centros. De hecho, las naciones Occidentales -con sus leyes medioambientales, las medidas de protección del consumidor, y otras formas “interferencia” reguladora- eran una carga sobre el crecimiento corporativo. Habiendo sido probado con éxito en la práctica, en las dos “democracias” más viejas, el proyecto neoliberal se movió hacia la fase global. El sistema Bretton Woods de tasas de cambio fijas se debilitó, y el sistema financiero internacional se volvió desestabilizador, en lugar de estabilizador, para las economías nacionales. Se lanzó el proyecto de comercio libre radical, llevando eventualmente a la Organización Mundial de Comercio (OMC). La fisura que había empezado en 1945 se estaba manifestando finalmente como un cambio explosivo en el sistema mundial.
El objetivo de los tratados neoliberales de libre comercio es levantar todos los controles políticos sobre el intercambio y comercio interno y externo. Las corporaciones tienen rienda libre para maximizar sus ganancias, sin considerar las consecuencias medioambientales y riesgos de seguridad. En lugar de que los gobiernos regulen a las corporaciones, la OMC ahora fija las reglas del juego para los gobiernos, diciéndoles qué tipo de carne deben importar, si pueden o no prohibir el asbesto, y qué aditivos deben permitir en productos del petróleo. Hasta ahora, en cada ocasión en que se ha pedido a la OMC revisar una regulación de salud, seguridad, o medioambiental, ésta ha sido eliminada.
La mayoría del mundo se ha convertido en una periferia; el centro imperial se ha reducido a la élite capitalista misma, representada por su gobierno mundial burocrático, no representativo, de la OMC. La carga de un imperialismo acelerado recae más dura fuera del Oeste, donde el FMI usa los préstamos como una palanca por forzar a las naciones deudoras, como Ruanda y Corea del Sur, a aceptar paquetes de “reformas” suicidas. En los 1800s, se empleó el genocidio para despejar América del Norte y Australia de sus poblaciones nativas y crear espacio para el crecimiento. Hoy, un programa similar de genocidio ha sido lanzado, al parecer, contra el Africa al sur del Sahara. El FMI destruye las economías, la CIA entrena milicias y agita los conflictos tribales, y el Oeste vende armas a todos lados. El hambre y las guerras civiles genocidas son el resultado predecible e inevitable. Entretanto, el SIDA se esparce desenfrenado mientras la OMC y el gobierno de los EE.UU. utilizan leyes de intercambio para impedir que las medicinas lleguen a las víctimas.
Como en el pasado, será necesaria la fuerza militar Occidental para controlar la periferia no-Occidental y hacer ajustes al orden político local cuando lo consideren necesario los planificadores de la élite. El Pentágono continúa proporcionando la principal fuerza policial, con la OTAN jugando un papel cada vez mayor. El resentimiento contra el Oeste y contra el neoliberalismo está creciendo en el Tercer Mundo, y se espera que la frecuencia de las intervenciones militares aumente. Todo esto debe hacerse aceptable a las mentes Occidentales, agregando una nueva dimensión a la matriz.
En la realidad de la matriz actual, se llama al Oeste “la comunidad internacional,” cuyo objetivo es servir a las causas “humanitarias”. Bill Clinton lo explicitó con su “Doctrina Clinton” en que (como lo citó el Washington Post) prometió solemnemente, “Si alguien persigue gente inocente e intenta matarlos en masa debido a su raza, su origen étnico o su religión y está en nuestras capacidades detenerlo, lo detendremos.” Este tejido de la matriz es, de hecho muy eficaz: ¿quién se opone a prevención del genocidio? Sólo fuera de la matriz puede uno percatarse de que ese genocidio es causado por el Oeste en primer lugar, que los peores casos de genocidio continúan, que la “ayuda” normalmente empeora las cosas (como en los Balcanes), y que la hábil doctrina de Clinton le permite intervenir cuándo y dónde él decida. Dado que los dictadores y la agitación de las rivalidades étnicas son herramientas normales en el manejo la periferia, un presidente norteamericano siempre puede encontrar “gente inocente” dondequiera que los planes de la élite requieran una intervención.
En la realidad de la matriz, la globalización no es un proyecto sino el resultado inevitable de la beneficiosas fuerzas del mercado. En el genocidio en Africa, el Oeste no tiene culpa alguna, sino que se debe a antiguas rivalidades tribales. Cada medida exigida por la globalización es llamada “reforma” (la palabra nunca se usa con ironía). “Democracia” y “reforma” frecuentemente se usan juntas, dejando siempre la sutil impresión que una tiene algo que ver con la otra. Se presenta la ilusión de que todos los botes económicos están subiendo, y si el suyo no, debe ser por su propia falla: usted no es suficientemente “competitivo”. Los fracasos económicos se explican como “ajustes temporales”, o bien se culpa a la víctima (como en Corea del Sur o Rusia) por no ser suficientemente neoliberal. Se hace referencia a la “confianza de los inversionistas” con el mismo temor y reverencia que sociedades anteriores podrían haber expresado hacia la “voluntad de los dioses”.
La calidad de vida occidental continúa decayendo, mientras la OMC establece precedentes legales que aseguren que su autoridad no será desafiada cuando sus decisiones se vuelvan más draconianas. Las cosas se pondrán mucho peores en el Oeste; esto fue anticipado en los círculos de élite cuando el proyecto neoliberal estaba todavía en sus inicios, como se ilustra en “La Crisis de Democracia”, de Samuel Huntington, el informe discutido más arriba.
El manejo de las sociedades descontentas
El manejo de las sociedades descontentas Los años de postguerra, sobre todo en los Estados Unidos, estuvieron caracterizados por la política del consenso general. La mayoría de la gente compartió un entendimiento común acerca de cómo funcionaba la sociedad, y generalmente aprobaban cómo iban las cosas. La prosperidad era real y la versión de la realidad según la matriz era tranquilizadora. La mayoría de la gente la creía. Esas creencias se volvieron un consenso general compartido, y el gobierno pudo llevar a cabo sus planes como estaba pensado, “respondiendo” al deseo público programado.
La “democracia excesiva” de los 1960s y 1970s, atacó este consenso compartido desde abajo, y los proyectistas neoliberales decidieron desde arriba que ese consenso general continuado no valía la pena. Aceptaron que algunos sectores de la sociedad seguirían dudando de varias partes de la matriz. Se debía esperar activismo y protestas. Se necesitaría nuevos medios de control social para enfrentar los movimientos activistas y el creciente descontento, a medida que el neoliberalismo apretara gradualmente los tornillos económicos. Tales medios de control fueron identificados y, desde entonces, han sido implementados, principalmente en los Estados Unidos. De muchas maneras EE.UU. fija el ritmo de la globalización; a menudo se puede ver allí las innovaciones antes de que ocurran en otras partes. Esto es particularmente cierto en el caso de las técnicas de control social.
El medio más obvio de control social, en una sociedad descontenta, es una fuerza policíaca fuerte, semi-militarizada. La mayor parte de la periferia ha sido manejado por tales medios por siglos. Esto era obvio a los proyectistas de la élite en el Oeste, se lo adoptó como política, y ya ha sido llevado a cabo en su mayor parte. Los ghettos urbanos y suburbanos -donde se encuentran actualmente más concentradas las adversas consecuencias del neoliberalismo- se han convertido en territorios literalmente ocupados, donde las palizas policiales y los tiroteos injustificados son comunes.
Para que el control policial reforzado pudiera mantener el mando en condiciones de agitación de masas, los proyectistas de la élite comprendieron también que gran parte de los Derechos Civiles deberían ser neutralizados. (Esto no debiera sorprender, dado que los autores de los Derechos Civiles acababan de pasar por una revolución y estaban buscando asegurar que las generaciones futuras tuvieran los medios para organizarse y derrocar a cualquier gobierno opresivo futuro.) El proyecto de la neutralización de los derechos ha sido implementado en su mayor parte, como lo ejemplifican las batidas armadas a media noche, la ultrajante práctica de búsqueda-e-incautamiento, leyes anticonspirativas groseramente amplias, invasión masiva de la privacidad, encarcelamientos masivos, y la aparición del trabajo esclavo en prisión [vea “KGB-ing America”, Tony Serra, Whole Earth, Winter, 1998]. Se ha cruzado el Rubicón (río del norte de Italia que cruzó César, en 49 AC, comenzando una guerra civil contra Pompeya, N. del T.) – las técnicas de represión por mucho tiempo comunes en la periferia del imperio están siendo importadas al centro.
En la matriz, el género de las películas de cine o TV de drama policial ha servido para crear una realidad en la que los “derechos” son un chiste, los acusados son despreciables antisociales, y ningún delincuente es jamás llevado ante la justicia hasta que algún noble policía o fiscal tuerza las reglas un poquito. Los funcionarios gubernamentales respaldan este modo de operar declarando “guerras” al crimen y las drogas; los nobles policías están librando una guerra allí afuera en las calles-y no se puede ganar una guerra sin usar los trucos sucios del enemigo. La CIA juega su papel manejando el comercio internacional de la droga y asegurándose de que los narcotraficantes de los ghettos estén bien provistos. De esta manera, la opinión pública norteamericana ha sido llevada a aceptar los medios de su propia eliminación.
Los mecanismos del estado policíaco están dispuestos. Serán usados cuando sea necesario – como vemos en los ghettos y en las crecientes poblaciones penales, como vimos en las calles de Seattle y Washington D.C. durante las recientes protestas anti-OMC, y como se sugiere en decretos ejecutivos que le permiten al presidente suspender la Constitución y declarar la ley marcial cuando quiera que él lo juzgue necesario. Pero la fuerza bruta es sólo la última línea de defensa para el régimen de la élite. Los planificadores neoliberales introdujeron defensas más sutiles en la matriz; una mirada a éstas nos traerá de vuelta a nuestra discusión sobre la izquierda y la derecha.
Dividir para gobernar es uno de los más antiguos medios de control de masas – práctica estándar desde, al menos, el Imperio Romano. Esto se aplica al nivel del capitalismo moderno, donde cada pequeña nación compite con las otras por inversiones de capital. Dentro de las sociedades, funciona de la siguiente manera: si cada grupo social es convencido de que algún otro grupo es la causa de su descontento, la energía del pueblo se gastará en luchas intergrupales. El régimen se puede mantener a un lado, interviniendo encubiertamente para agitar las cosas, o para conducirlas en la dirección deseada. De esta manera, se puede neutralizar el descontento y se puede reservar las fuerzas para casos excepcionales. En los prósperos años de postguerra, la política de consenso sirvió para manejar a la población. Bajo el neoliberalismo, el faccionalismo programado ha constituido la primera línea de defensa – la versión de la matriz de dividir para gobernar.
La conducción encubierta de varios movimientos sociales se ha establecido como uno de los medios más eficientes para programar facciones y agitarlas unas contra otras. Los movimientos religiosos fundamentalistas han sido particularmente útiles. Han sido usados no sólo dentro de los EE.UU., sino también para acrecentar las divisiones en el Medio Oriente y para otros propósitos a través del imperio. La energía colectiva y dedicación de los “verdaderos creyentes” los convierte en potentes armas políticas que los dirigentes de los movimientos pueden apuntar rápidamente a donde sea necesario. En los EE.UU., esta arma ha sido usada para promover la censura en la Internet, para atacar los movimientos de mujeres, para apoyar legislación represiva, y, en general, para fomentar las fuerzas de lo que en la matriz se llama “la derecha”.
En la matriz, las diversas facciones creen que es la competencia entre ellas lo que determina la agenda política de la sociedad. Los políticos desean votos, así es que las facciones mayores y mejores debieran tener la mayor influencia, y sus agendas debieran recibir la mayor atención política. En la realidad, hay sólo una agenda políticamente significativa en estos días: la maximización del crecimiento del capital a través del desmantelamiento de la sociedad, la implementación continua del neoliberalismo, y la administración imperial. La retórica liberal de Clinton y sus juegos con la atención de salud y derechos de homosexuales no son resultado de presiones liberales. Son, más bien, los medios para vender a Clinton a los votantes liberales para que continúe con los negocios de verdad: pasar al NAFTA a través del Congreso, promover la OMC, cediendo las ondas de radio públicas, justificar intervenciones militares, etc. Los asuntos de genuina importancia nunca son discutidos en la política eleccionaria – esta es una inconsistencia mayor de la matriz, para los que tengan ojos para ver.
Escapar de la Matriz
La Matriz no puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. Bajo la ofensiva de la globalización, las fallas se están poniendo cada vez más difíciles de ocultar – como hace poco, con la Guerra de Vietnam, las protestas anti-sistema de noviembre en Seattle, las más grandes en décadas, apuntaron directamente contra la globalización y la OMC. Y aun más importante, en Seattle se vio la convergencia de facciones que la matriz había programado que lucharan entre sí, como los activistas ecológicos de tendencia izquierdista y los sindicalistas socialmente conservadores.
Seattle representó la punta de un iceberg. Un movimiento de masa contra la globalización y el régimen de la élite está listo para encender, como un fuego de matorral en un día seco y ardiente. El régimen ha estado esperando tal movimiento y tiene una variedad de defensas a su disposición, incluyendo aquéllas que usó eficazmente contra los movimientos de los años sesenta y setenta. Para sobrepasar lo que parece desigualdades aplastantes, el movimiento se debe escapar completamente de la matriz, y debe arrastrar al resto de sociedad con él. Mientras exista la matriz, la humanidad no puede ser libre. Se debe enfrentar toda la verdad: la globalización es tiranía centralizada; el capitalismo ha durado más allá de su fecha de expiración; la “democracia” de la matriz es el régimen de la élite; y las “fuerzas del mercado” son imperialismo. La izquierda y la derecha sólo son enemigos en la matriz. En la realidad estamos todos juntos en esto, y cada uno de nosotros tiene una contribución que hacer por un mundo mejor.
Marx se puede haber equivocado como visionario social, pero reveló la naturaleza del capitalismo. Que no está basado en la productividad o beneficio social, sino en la búsqueda del crecimiento del capital explotando todo lo que encuentre en su camino. El trabajo de los planificadores de la élite es crear nuevos espacios donde crezca el capital. El imperialismo competitivo proporcionó crecimiento por siglos; el imperialismo colectivo fue inventado cuando se necesitó todavía más crecimiento; y luego apareció el neoliberalismo. Como un cáncer, el capitalismo consume a su huésped y jamás está satisfecho. Los recursos del capital deben crecer siempre, cada vez más, para siempre – hasta la muerte del huésped o la superación del capitalismo.
La matriz presenta al capitalismo como equivalente a libre empresa, y define al estado-socialista-centralmente-planificado como la única alternativa al capitalismo. En la realidad, el capitalismo no fue gran cosa hasta la Ilustración y la Revolución Industrial de los tardíos 1700s – y ciertamente no podemos caracterizar todas las sociedades anteriores como socialistas. La libre empresa, la propiedad privada, el comercio, la banca, el intercambio internacional, la especialización económica – todos habían existido por milenios antes del capitalismo. El capitalismo se arroga el mérito por la prosperidad moderna, pero el mérito estaría mejor dado a los desarrollos en ciencia y tecnología [no puedo evitarlo: discutible distinción: Áestá hablando de organización de la producción y distribución, no del desarrollo de los medios de producción!, N. del T.].
Antes del capitalismo, las naciones Occidentales fueron regidas generalmente por las clases aristocráticas. La actitud aristocrática respecto de la riqueza estaba enfocada hacia su manejo y mantención. En el capitalismo, la atención está siempre sobre el crecimiento y desarrollo; lo que sea que se tenga no es sino la semilla para construir una fortuna todavía mayor. De hecho, hay infinitas alternativas al capitalismo, y diferentes sociedades pueden escoger sistemas diferentes, una vez que sean libres para hacerlo. Como lo puso Morpheus: “Fuera de la matriz todo es posible, y no hay ningún límite.”
La matriz define “democracia” como la competencia de los partido políticos, porque éste es un juego que las élites adineradas por mucho tiempo han aprendido a corromper y manipular. Incluso en los días de la República romana se entendía bien las técnicas. La democracia del mundo real sólo es posible si el pueblo mismo participa estableciendo el rumbo de la sociedad. Un funcionario elegido sólo puede representar de verdad al electorado después de que ese electorado haya elaborado sus posiciones -desde lo local a lo global- sobre los problemas vigentes. Para que esto ocurra, se debe armonizar los intereses de las diversas facciones sociales a través de la interacción y la discusión. La colaboración, no la competencia, es lo que lleva a la armoniazación eficaz.
Para alcanzar el éxito, el movimiento por terminar con el régimen de la élite y establecer sociedades habitables deberá desarrollar un proceso democrático, y usar ese proceso para desarrollar un programa de reformas de consenso que armonice los intereses de su base social. Para ser políticamente exitoso, necesitará extenderse a todos los sectores de la sociedad y convertirse en un movimiento mayoritario. De esta manera, el proceso democrático del movimiento puede convertirse en el proceso democrático de una sociedad civil empoderada de nuevo. No existe actualmente ninguna teoría adecuada de la democracia, aunque hay mucho por aprender de la historia y de la teoría. El movimiento deberá desarrollar un proceso democrático a medida que avance, y ese objetivo debe ser perseguido tan activamente como la victoria misma. De otro modo, alguna nueva tiranía reemplazará eventualmente a la vieja.
No es izquierda o derecha. Es arriba y abajo. Aquí estamos todos aquí abajo luchando, mientras la ƒlite Corporativa están todos allá arriba pasándolo de lo más bien!..
–Carolyn Chutte, autor de Los Porotos de Egipto Maine y activista anti-corporativo.
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