(Castellano) Derrotar la Pobreza en Todas las Casas
ORIGINAL LANGUAGES, 10 Oct 2022
Howard Richards – TRANSCEND Media Service
Nota: Una vez que se entiende el principio básico aquí destacado –que el empleo y por ende la dignidad no tienen que depender de las ventas, sino que pueden ser también fruto de la solidaridad, hay innumerables variaciones y extensiones posibles. ¿O hay errores en mi razonamiento? Solicito comentarios.
- Las Éticas Solidarias pueden ser Fuentes de Trabajo Digno
Las éticas solidarias son llaves que abren muchas puertas. No es una cosa menor que, si no por la fuerza de ley, entonces por la fuerza de la conciencia, obligan a cada quien, a aportar, en la medida que pueda, a la creación de empleo con dignidad para todos quienes lo necesitan.
El logro de más empleo con dignidad, por la práctica de las éticas solidarias, a su vez abriría puertas para cumplir con otros derechos humanos sociales, como las son salud y jubilación digna. Además, empleo con dignidad abundante facilita la lucha contra la delincuencia. Disminuye las frustraciones en las vidas de los pobres que suelen impulsar a la juventud hacia la droga, hacia los narcotraficantes, y hacia el crimen organizado.
Cuando ya vivimos en un mundo donde el buen trabajo abunda, dejarán de cobrar relevancia las consignas de la estirpe “Hay que escoger entre el bien de los seres humanos que anhelan buen trabajo, y el bien de los búhos manchados y otras especies en vías de extinción.” No habrá conflictos dolorosos entre crear trabajo y salvar la biosfera.
Me refiero a las éticas solidarias en plural. Es solidaria la ética de cuidado que figuraba en la propuesta de una nueva constitución para Chile recién (septiembre de 2022) rechazada. Una ética de cuidado es una ética asociada con algunos de los feminismos. Es solidara el buen vivir. Buen vivir es un término general que nombra diversas prácticas típicas de la vida precolombina de los pueblos originarios. Buen vivir también figura en la constitución chilena propuesta en 2022, que no deja de ser un documento histórico por los ideales propuestos a pesar de su abrumador rechazo. La voz “solidaridad” sale en forma explícita en tradiciones socialistas y cristianas; quizás más claramente en la doctrina social de la iglesia católica, en doctrinas afines en las teologías evangélicas, y en los socialismos nórdicos. Los capitalistas se han demorado en sumarse al consenso a favor de la solidaridad, pero desde 1971 cuando Klaus Schwab acuñó la norma que una empresa debe servir a todas las personas afectadas por sus operaciones (alle die Interesse) se han multiplicado los negocios capitalistas con misiones sociales.
Disertar en torno a la voz “solidaridad” no implica insistir en un solo vocabulario. Es consabido que a menudo los seres humanos dicen las mismas cosas con diferentes palabras, o dicen diferentes cosas con las mismas palabras.
Cada palabra, e incluso la palabra “solidaridad” puede ser abusado. Afortunadamente, casi siempre hay un reemplazo disponible. como “cuidado” por “solidaridad,” cuando una palabra ha sido muy lesionada y ha perdido su fuerza para servir al bien. Por eso, puede ser conveniente callar la voz “solidaridad,” por lo menos en ciertos lugares, por lo menos en ciertos momentos. En este caso, “ética de cuidado” puede hacer las veces de “ética de solidaridad,”
La clave de los criterios para articular éticos solidarios que son auténticos y atendibles se encuentra a menudo en deducir virtudes y deberes de un imperativo de satisfacer necesidades humanas. Se encuentra ejemplos en las normas de los primeros cristianos: “se repartía a cada uno según su necesidad” (Hechos 4:35). Otro ejemplo se encuentra en las últimas palabras de la Critica del Programa de Gotha: “a cada cual según sus necesidades.” El feminismo de Carol Gilligan lo define su autora como prestar atención a las necesidades de los demás y atenderlas. En el pasado atender a las necesidades de los demás ha sido un papel social asignado a las mujeres, pero puede y debe ser una brújula moral interior que orienta la conducta observable de las personas (en la medida en que servir a otros sea posible y razonable) también para los hombres.
Los filósofos libertarios, por su parte, como Friedrich von Hayek y Robert Nozick, son consecuentes. Insisten en forma tajante que el hecho que una persona necesita algo no impone ningún deber a otras personas, en la ausencia de una obligación creada por un contrato que expresa un acuerdo entre voluntades libres.
Afirmo en este texto que la solidaridad ofrece una solución al problema de desempleo estudiado, pero no solucionado, por John Maynard Keynes. Según el análisis atendible de Keynes, el nivel de empleo es función de la demanda de los consumidores. Si hay suficiente demanda, hay rentabilidad. Entonces les conviene a los empresarios contratar a trabajadores. Y si no, no. Lo típico es que las ventas, y por lo tanto la rentabilidad, no alcanzan a motivar la contratación de todos los ganapanes que necesitan dinero para mantener a sí mismos y a su hogar. Keynes saca la conclusión que el empleo para todos ocurre rara vez, y cuando ocurre es pasajero.[i] Keynes fue partidario de bajar las tasas de interés y de subir los gastos públicos a fin de aumentar los préstamos y las ventas y por consiguiente el empleo, pero reconoció que tales medidas eran paliativos y no soluciones.
A su análisis del desempleo, Keynes pudo haber agregado un dato documentado hoy en detalle por la OIT en Ginebra. En este mundo la mayoría de las pegas son precarias, mal pagadas, y en una palabra indignas.
La solución solidaria sigue una pista abierta por Adam Smith (Riqueza de las Naciones, Libro Dos, Capitulo Tres). Smith llama “trabajador” a quien produce un bien o servicio vendible, que su patrón puede vender en condiciones que aumentan la fortuna del patrón. El otro tipo de empleo Smith llama sirvientes. Sirvientes no producen productos vendibles. Igual son pagados. A menudo lo que hacen los sirvientes tiene gran valor humano. Seguramente, si iba a revisar su libro en 2022, Smith agregaría que el trabajo de los sirvientes puede tener gran valor ecológico.
El criterio de solidaridad, subentendiendo el criterio de traspasar los excedentes desde donde no hay necesidad hacia donde hay necesidad, nos permite hablar de sirvientes cuyo trabajo es financiado por la solidaridad, y no por ventas que justifican la contratación de un trabajador por una empresa con fines de lucro. (Esta tesis complementa la tesis que una economía plural incrementa el empleo y la seguridad económica de las personas por utilizar diversas motivaciones y diversas instituciones para producir y repartir bienes y servicios). Figura en esta movida conceptual –o sea la movida de sacar de las éticas solidarias la norma de traspasar excedentes hasta donde se encuentran necesidades insatisfechas– la voz “excedente.” Conviene detenernos un momento para comentar los significados y usos de la palabra “excedente.”
Partimos con una definición de “excedente” que ofrece Paul Baran, aunque sea una definición que tendremos que matizar:
“El excedente es la porción del producto agregado no absorbida por el consumo de los productores directos de la sociedad y por la reposición ordinaria de los medios de producción. Está, pues, disponible para una multiplicidad de otros propósitos: inversión neta, gastos educativos y culturales, el mantenimiento de aparatos religiosos y militares, y por último,…el consumo de las clases sociales que están en posición de apropiarse el excedente económico con base en la fuerza de su propiedad y/o de su control de los medios de producción.”[ii]
Dicho en breve: El excedente es el bien que se puede restar de la producción sin perjudicar la continuación de la producción. Por antonomasia, el excedente sobra. Es disponible.
Matizando: Pese a los aportes valiosos para identificar excedentes que se encuentra en el lenguaje técnico de la ciencia económica (por ejemplo “renta”) y de la contabilidad (por ejemplo ROI, return on investment) , en fin de cuentas tanto la separación de lo que es excedente de lo que la producción requiere, como el destino del excedente hacia la satisfacción de ciertas necesidades y no otras, requieren la deliberación y la prudencia cuyas conclusiones son decisiones éticas y desenlaces políticas.
Por eso, la voz “excedente,” y también la voz “necesidad” a menudo son descripciones tentativas que inician conversaciones necesarias que requieren las virtudes del sano juicio moral. [iii]
Aquí entra un tema que ha llegado a ser el nombre de otra conversación necesaria. Es una conversación que define este primer segmento del siglo veintiuno que nos toca vivir. Es el tema de la decadencia de la democracia social. A saber: Durante gran parte del siglo veinte, prevaleció la fe que en general el mercado fue una institución benévola. El mercado fue imaginado como la institución más apta para determinar la más eficiente, y por ende la óptima, repartición de los recursos para lograr la más eficiente, y por ende la óptima, atención a las necesidades humanas. Además, p.d., existía fe entre el público educado, que, cuando el mercado falle, entonces el gobierno pueda intervenir para corregir las fallas del mercado. El nombre breve de estas creencias fue: democracia social, o en su versión alemana ligeramente distinta, soziale Marktwirtschaft, la economía social de mercado.
Hoy, en el siglo veintiuno, mayorías entre los públicos educados, a la luz de sus experiencias vividas, ya no creen que el gobierno puede corregir las fallas del mercado, ni que el mercado tiende hacia el óptimo bienestar de las mayorías. Para mi tesis que la solidaridad sí puede corregir grandes fallas típicas de economías de mercado, el desencanto actual implica, que aquellas mayorías ya no caen en la ilusión que la contratación a buen sueldo de un número de trabajadores y sirvientes suficientes para acabar con la pobreza indigna, que es la suerte de tantos millones hoy, puede ser realizado por los gobiernos. Se sabe que, hasta Suecia tuvo que abandonar en 1970 su política de dar trabajo público a cada quien que quedó sin trabajo digno en el sector privado. Hoy en día los gobiernos de los estados ya no pueden pretender ser capaces de corregir los defectos de los mercados sin la cooperación pública-privada.
Los estados principales, sin contar los estados que optan por modelos propios que desvían de lo típico, son desfinanciados y endeudados. Los intentos de subir los impuestos suelen encontrar una feroz oposición. Prevalecen, al contrario, las políticas tributarias llamadas pro-inversión, que bajan los impuestos o no los suben.
En la mayoría de los países los intentos de aumentar los ingresos del fisco por otros medios que no sean impuestos encuentran oposición más feroz todavía. Hasta la asamblea constituyente chilena rechazó la nacionalización de los recursos mineros, habiendo solo 58 votos a favor siendo 130 necesarios.
Thomas Piketty ha calculado que la riqueza neta de los gobiernos del mundo es cercana a cero, siendo la suma de los haberes públicos casi igual a la suma de las deudas públicas. El grueso de la riqueza en este mundo se encuentra en sectores privados.
Hoy no corre la solución de imponer impuestos y luego redistribuir la riqueza, por el medio de leyes decretadas por el estado. Parecía posible en el siglo veinte, pero al final del siglo veinte el saldo fue un mundo neoliberal, y no un mundo en el cual estados fuertes corregían los resultados injustos de las operaciones normales de los mercados.
Sugiero la conclusión que hoy un intento serio para terminar con la pobreza tiene que comenzar con la reforma de la sociedad civil por la promoción de las éticas solidarias – o sea éticas que corrigen el exagerado individualismo que sacrifica la fraternité al altar de la liberté. La debilidad del estado tiene que ser compensado que algo que de hecho ya se ve y que corresponde fortalecer: la mayor responsabilidad de las personas y de la sociedad civil. Dicho esto, no hay que ni subestimar ni sobreestimar el poder del estado. El estado sigue siendo importante
Cabe destacar lo práctico. Sin menospreciar el papel de la teoría en la historia, no debemos quedarnos siempre en el plano teórico. Cabe destacar lo que de hecho podemos hacer nosotros, en nuestra calidad de ciudadanos sin cargos públicos. Hay que hacer lo que podamos para cambiar el actual rumbo desastroso de la historia, y para no ser simplemente mirones de la historia – si no por otra razón, por la razón que difícilmente podemos exigir que las demás personas, los gobiernos, y las empresas cumplen con una ética que no practicamos.
Algo que podemos hacer es optar personalmente por vivir una ética solidaria.
En cuanto a los empresarios, no faltan los pensadores importantes, entre otros Carlos Marx y Milton Friedman, quienes argumentan que es inútil proponer una ética solidaria a ellos porque son presos de fuerzas competitivas que dictan lo que tienen que hacer, efectivamente marginando lo que deben hacer.[iv] Pero tampoco faltan filosofías que proponen empresas solidarias. Recordamos que cuando el papa Juan Pablo II lanzó la idea de economía de solidaridad al mundo en su discurso al CEPAL el 3 de abril de 1987, destacó que todos debemos ser solidarios, sea lo que sea nuestro papel social.
Conforme al criterio de Juan Pablo II, tampoco faltan empresarios quienes optan por pensar su papel social como una vocación de servicio, como ser sacerdote, pastor evangélico, profesor o médico. Una parte del Beruf (vocación) del empresario se llama crear excedentes, lo que no es una cosa menor. Si no existen excedentes no es posible traspasarlos desde donde sobran hacia donde hay necesidades insatisfechas. Semejante criterio ético ha sido propuesto por destacadas figuras de la derecha social chilena, como los son Alfonso Swett, quien ha sido presidente de la Confederación de Producción y Comercio y el fruticultor Antonio Walker quien sirvió como Ministro de Agricultura en el segundo gobierno de Sebastián Piñera. Cabe observar que, en el sector público, en el sector cooperativo, y en los sectores sin fines de lucro, también es posible crear excedentes.
Para vivir una ética solidaria, un buen comienzo puede ser analizar nuestros propios presupuestos y los presupuestos de las organizaciones en las cuales participamos. Creo que la mayoría de los seres humanos ahora vivos en este planeta al analizar sus ingresos y sus gastos, van a confirmar lo que ya sabían: que no tiene ningún excedente. En las palabras de Eduardo Barrios, “cobran lo que pueden cobrar, gastan lo que tienen que gastar.” En mi caso (no solamente como individuo, sino como integrante de un hogar), encuentro que en mi vejez tengo algo de excedentes, aunque en mi juventud no tuve ninguno. Hemos podido apoyar a dos “sirvientes” en el sentido de Adam Smith. Se dedican, entre otras tareas que sirven para mejorar la convivencia humana y para defender la biosfera, a plantar árboles que son especies nativas y a enseñar técnicas de jardinería orgánica a niñas y niños en escuelas primarias.
Analizando cifras del Banco Mundial, encuentro que hay en el mundo alrededor de 600 millones de personas con ingresos mayores que los míos. Si cada uno, acogiendo una ética solidaria, pagaría el sueldo de dos sirvientes adicionales, se podría conseguir dos veces 600.000.000 más sirvientes con trabajo en el mundo, sin tener que cumplir con el criterio analizado por Keynes, que el trabajo depende de la rentabilidad de las ventas que pueda realizar el patrón. Quienes pertenecen al uno por ciento de la población mundial perciben casi la mitad de los ingresos totales. Podrían pagar el costo de una vida digna para números mucho más grandes de sirvientes de la biosfera y del bien común.
No falta trabajo para sirvientes que no producen productos vendibles. Solamente trabajando para revertir el calentamiento climático se puede emplear a millones. Ni los océanos ni las selvas te pagan por defenderlos. Sin embargo, en este momento de la historia, no hay trabajo más útil que el trabajo para restaurar los equilibrios que hacen posible la vida.
Analizando datos de la misma fuente calculo que existe en este mundo, además de 600 millones en condiciones de apoyar el trabajo útil de sirvientes, alrededor de 1,7 mil millones de personas con ingresos suficientes para donar con cierta regularidad a instituciones sin fines de lucro. Las sumas de muchas pequeñas donaciones financian trabajo digno en el mundo de las ONG.
Me refiero a gastos voluntarias que desembocan en compartir bienes sobrantes con personas que los necesitan para que realicen tareas necesarias. Las personas necesitan no solamente pan sino pan con dignidad. Por eso, prefiero una multitud de proyectos solidarios con funciones sociales e ecológicos imprescindibles, a las garantías de renta básica que no exigen trabajo útil y disciplinado.
Si el gobierno también logra captar excedentes, y se dedica a promover a los postergados, y a reinventar la vida humana conforme a las leyes de la física, la química y la biología (cuya sumatoria se llama ecología): el resultado es aún mejor. No quiero abandonar la democracia social ahora cuando ella se encuentra derrotada en todas partes por el neoliberalismo, ni tampoco quiero negar que a veces los neoliberales tienen la razón. Soy partidario de la organización ilimitada (unbounded organization). [v]
Si una transformación cultural a nivel de la ética pavimenta el camino —como sugirió Pierre Bourdieu—a una eventual transformación jurídica de las estructuras sociales ahora dominantes, el resultado sería mejor todavía.
¿La práctica de una ética solidaria requiere sacrificios que muy contados números de personas quienes poseen excedentes van a aceptar sufrir? Abundan las evidencias que la realidad es al revés. Los donantes gozan más que sufren. Hay hallazgos confiables que muestran que las personas que optan por vivir una vida solidaria, en promedio son más felices, gozan de mejores relaciones personales con amistades y familiares, gozan de mejor salud física y mental, y viven más años. El papa Francisco desarrolla este tema en su carta Evangelii Gaudium.
- Me Asaltan las Dudas
Al revisar lo que ya tengo escrito, me hallo asaltado por dudas. Si la solución al problema de la escasez de empleo digno es tan sencillo y tan fácil, ¿Por qué los economistas no lo saben? Me asalta la duda. Me parece que no puede ser cierta mi tesis, No puede ser verídica la tesis que por seguir las enseñanzas de las éticas solidarias se puede organizar la creación de trabajo digno para los millones de millones de personas que hoy no lo tiene. No detecto ningún error en las razones que me conducen a creer mi tesis. Sin embargo, tiene que existir en ellas un error, o múltiples errores.
No es posible que solamente a mí, en toda la historia de la humanidad, se me ocurre mi tesis. Siendo la idea tan sencilla, tiene que haber ocurrido a otros. Los beneficios de vivir en una sociedad con altos niveles de igualdad y de lo que Emile Durkheim llamaba integración social (nota bene: su ejemplo destacado de desintegración social fue siempre el desempleo) y bajos niveles de exclusión y humillación, son conocidos. Han sido documentados con esmerados estudios cuantitativos.[vi] Sin embargo, siendo mi tesis ninguna novedad, y los beneficios de llevarla a la práctica conocidos, me parece que la validez de mi tesis no es reconocida. A lo mejor por buenas razones no es reconocida. El Banco Mundial, por ejemplo, una institución que define su misión como la erradicación de la pobreza, estudia los pobres. Apoya programas que insertan a ellos en los mercados como vendedores.[vii] Deplora los altos coeficientes Gini, y acepta que la economía de mercado se suspende y tienen que intervenir las donaciones en casos de emergencia humanitaria. Pero en la enorme producción de estudios que producen los investigadores de la BM, hasta que sepa yo, no llegan a considerar un paradigma que construye flujos permanentes de excedentes desde donde sobran hasta donde hay necesidades. Aunque yo no sepa las razones que motivan esta omisión, por algo será. Asaltado por dudas, me parece probable que las grandes instituciones dedicadas a la investigación científica de la pobreza, cuentan con datos objetivos y verificables, y que aquellos datos objetivos y verificables enseñan que la puesta en práctica de las éticas solidarias es un sueño utópico.
Además, me asalta también otra serie de dudas. Las susodichas giran en torno a la sospecha que la creación de empleo digno por cumplir con éticas solidarias, es irreal. Es un deber ser incapaz de llegar a ser. Es incapaz de movilizar cantidades de dinero capaces de crear cantidades de empleo suficientes para influir en corregir el actual rumbo desastroso de la historia. Las siguientes dudas parten al revés. Me asaltan dudas sobre el caso que resulta lo deseado. Resulta exitoso un gran esfuerzo para terminar con la pobreza, que moviliza una serie de enfoques, entre otros el enfoque de aportes voluntarios solidarios. Una consecuencia es seguridad económica para todos o para casi todos, ¿Este resultado tan anhelado va a ser otro desastre ecológico? ¿Considera con toda la seriedad que la realidad exige, la necesidad de reinventar la humanidad y todas las instituciones humanas, para poder cumplir con las leyes de la física, la química y la biología?
La tendencia general es que en la medida en que los seres humanos somos más numerosos y más ricos, más destruimos el planeta. El número de habitantes humanos del planeta no deja de crecer, y junto con el número total crece el número de seres humanos que no son pobres. Quien logra escapar del mundo de los perdedores atrapados en la pobreza, y entrar en el otro mundo donde viven los ganadores, quiere automóvil. Quiere comer carne. Quiere subir a avión, gastando combustibles de fuentes no-renovables, para llevar a sus hijos a conocer Disneylandia.
Desde los comienzos de la revolución industrial en el siglo dieciocho, y con más fuerza a partir de la Gran Aceleración a mediados del siglo veinte, los indicadores de éxito económico –como los son crecimiento (PNB), inversión, turismo internacional, grandes embalses, consumo de fertilizantes, telecomunicaciones y revoluciones digitales—van a la par con indicadores de desastre ecológico – acidificación de los océanos, más dióxido de carbón en la atmosfera, perdida de selvas tropicales, calentamiento global, incendios, inundaciones y sequias, extinciones de especies vivientes, y muchos más.
Hay excepciones, como el caso del rico que maneja auto eléctrico, y como el caso del pobre que mata a rinocerontes para vender su marfil. Sin embargo, visto el grueso de los datos, el éxito económico es el desastre ecológico.
En las palabras de John Maynard Keynes, el clave del problema económico siempre ha sido la debilidad del incentivo a invertir.[viii] Lógicamente, pues, las políticas económicas de los gobiernos deben corregir esta lamentable debilidad. Sobre todo, y en primer lugar se dedican a fortalecer el incentivo a invertir. Si son exitosos las políticas de los gobiernos, las inversiones son rentables, y por eso el incentivo a invertir es más fuerte. Luego hay más ventas de más productos. Este desenlace se llama crecimiento. El mayor volumen de productos debe ser producido con la contratación de más trabajadores a mejores sueldos –y en fin al término de una larga cadena de causas, se llega a más empleo digno. Así reza el pensamiento oficial tanto keynesiano como neoliberal del pasado reciente.
En la actualidad, el pensamiento oficial a nivel internacional inserta el empleo digno en el contexto de otro ideal que tiende a predominar: el crecimiento verde. Propone combinar fortalecer los incentivos a invertir, cuya debilidad fue lamentada por Keynes, con una serie de incentivos ingeniosos a invertir en tecnologías verdes. La estrategia verde de la OCDE de 2011 y las metas del milenio de 2015 de la ONU respaldado por el Banco Mundial, postulan el crecimiento verde. Académicos astutos han calculado, al contrario, que, dentro del marco normativo de la economía global vigente, el crecimiento verde no puede ser más de unas exhibiciones de buenas prácticas dignas de ser celebradas. No puede llegar a tener un peso cuantitativo capaz de revertir los efectos masivos de la Gran Aceleración.[ix] Desde el lanzamiento de la estrategia de crecimiento verde por la OCDE en 2011 hasta hoy, la experiencia vivida tiende a confirmar las pesimistas conclusiones de los académicos astutos.
Dados las tendencias actuales del pensamiento social, tanto a nivel oficial como a nivel del publico educado en general, he llegado a cuestionar mi propuesta de recalcar las éticas solidarias. Lo que figura como acción solidaria con las hermanas y hermanos de la familia humana, no es necesariamente solidaria con la madre tierra, ni con las generaciones venideras.
Estuve imaginando, y creo que lo más probable es que las y los lectores de estas líneas también estuvieron imaginando, que complementar las demás maneras de financiar el empleo digno con más donaciones voluntarias, sería una práctica cuya finalidad es incluir a los miembros de la gran familia humana ahora excluidos. Seria aceptar a los ahora rechazados por el mercado laboral. Ahora me doy cuenta que lo que estuve imaginando no puede ser.
Adaptar la cultura a la naturaleza no es una opción que lo que voy a llamar la “estructura cultural básica” del mundo moderno permite. Al revés, la naturaleza no permite el crecimiento ilimitado, aunque sea un imperativo al interior de la actual configuración de las instituciones humanas.
Crecimiento es una necesidad contable. La contabilidad es una institución humana, incrustada en la jurisprudencia y en el sentido común vigentes. Sin crecimiento, muchas personas y organizaciones no pueden pagar sus deudas, y este hecho jurídico (el hecho jurídico es el deber de pagar incumplido) produce una serie de eventos que se suele llamar recesión, depresión o crash.[x] Típicamente se suman desastres políticos en la forma de fascismos, dictaduras y guerras, Pero todo eso es la consecuencia de instituciones humanas. Si fueran las instituciones humanas los únicos poderes causales impactando la historia, el lograr cumplir con el imperativo sistémico de crecer, crecer y siempre crecer más, seria siempre una solución. O por lo menos una solución parcial. Crecer más con menos inflación es de hecho el objetivo principal del Fondo Monetario Internacional y de los gobiernos de las naciones.
Pero no es así. Las leyes de la física y la química también impactan la historia. Por eso, aun si fuera toda la humanidad enamorada de los valores libertarios que subyacen la institucionalidad vigente de la economía global, crecer sin fin no puede ser. Una solución al problema de la pobreza que promueve a los pobres al gozo de los niveles de consumo actual de las clases medias y altas no puede ser.
Las soluciones reales exigen dos grandes series de transformaciones a la vez:
- La adopción de estilos sustentables de vida por los ahora incluidos en la prosperidad.
- La incorporación en la prosperidad de los ahora excluidos.
A las cuales se suma una tercera, la cual es quizás aún más difícil de lograr que las dos primeras.
- Bajar las tasas de nacimiento hasta que sean menos de las tasas de mortalidad, para estabilizar y bajar la población humana del planeta.
Me asalta la duda que mi propuesta para financiar el empleo digno para todos, no considera (1) y (3). El resultado de su implementación podría ser que los problemas señalados por (1) y (3) sean peores y no mejores. Pueden incorporar aún más personas en estilos de vida que no son sustentables. Cabe mencionar también que el logro de (1) supone no solamente una transformación de los valores de las personas sino también la transformación de la dinámica del sistema. Actualmente, los imperativos estructurales requieren lo que se llama “confianza de los consumidores” (v. gr. Un fuerte deseo de los consumidores a comprar, y por ende a endeudarse).
Adoptar un estilo de vida sustentable no significa necesariamente gozar menos de la vida. Comiendo lentejas y garbanzos en vez de carne roja se puede gozar de la cuisine de la India. Andando en bicicleta o caminando puede ser más agradable que manejar en tráfico congestionado un vehículo que quema bencina. Leer un libro o tocar un instrumento musical suele ser un pasatiempo más tranquilo que salir de vacaciones a Dubái o a Las Vegas.
Mi primera serie de dudas se debía a mi incapacidad para comprender el rechazo de los criterios solidarios, tanto por el establishment, como por el sentido común. También son rechazados los criterios solidarios que pretenden superar la lucha de clases por la mayor parte de los disidentes identificados con el gran acervo de iluminación intelectual que es el marxismo (o quizás, mejor dicho, que son los marxismos). Si casi nadie está de acuerdo con lo que para mí es obvio y sencillo — que las únicas soluciones viables son las soluciones solidarias — lo más probable es que lo que considero obvio ha sido considerado y rechazado por razones que no entiendo.
No ha sido siempre así. En el siglo trece en Europa escribió Santo Tomas de Aquino:
“Los bienes temporales que Dios nos concede, son nuestros en cuanto a la propiedad, pero en cuanto al uso de ellos, no nos pertenecen sólo a nosotros, sino también a los demás que podamos ayudar con el excedente que tenemos por encima de nuestras necesidades.” [xi]
Santo Tomas escribió en otra época, con otro establishment y otro sentido común. Sus palabras calzan con mis dudas en este sentido: calzan con pensar que los criterios solidarios han sido considerados y rechazados. El auge del pensamiento moderno en Europa en los siglos diecisiete y dieciocho, conocido en aquellos tiempos como “la nueva lógica,” fue un rechazo consciente y deliberado del escolasticismo medieval, cuyo máximo exponente fue Santo Tomas.
El sentido común de la civilización comercial global de hoy tampoco ha existido siempre en todas partes. En el cono sur de África, para las personas de cultura Bantú, antaño fue obvio que la tierra pertenecía a la tribu. Fue obvio que la tribu incluyó, no solamente a los vivientes, sino también a los ancestros, y también a los miembros de la tribu todavía no nacidos. Su sentido común no podía comprender el dominio de la tierra definido por la ley romana. El suum cuique (a cada quien lo suyo) fue traído al cono sur de África desde Europa, por sus conquistadores holandeses, y posteriormente por sus conquistadores ingleses.
Mi segunda rueda de dudas amplia los horizontes. Coloca la crisis actual (2022) de la humanidad en el contexto amplio de la vida en el planeta tierra. En parte 3, a continuación, tomamos en cuenta que la vida comenzó con la vida unicelular. Fue la única vida que existía durante miles de años. Utilizando el concepto que se llama “estructura cultural básica” (ECB) llegamos a una metodología para lograr la transformación estructural por la acción cultural.[xii]
- Para Cambiar la Estructura Cultural Básica
De lo escrito hasta aquí, se puede sacar una conclusión pesimista. Los seres humanos seguimos peleando los unos con los otros, a veces por la vía electoral, a veces por la vía militar, a veces por la vía terrorista; y a veces por violencia desordenada a nivel local, en barrios, hogares y calles peligrosos. Mientras tanto el rumbo de la historia es hacia la destrucción de la biosfera y de la vida.
En esta tercero y último fascículo, argumento que esta conclusión pesimista es válida al interior de algo que junto con mis co-autores llamamos la estructura cultural básica, o ECB. La ECB actualmente dominante, junto con factores naturales fuera del control humano, es la causa principal del rumbo actual de la historia que justifica proyecciones pesimistas.
He venido proponiendo un rumbo sano que considero viable. Su nombre es solidaridad. Es cierto que el pesimismo es válido en el sentido que prevé un futuro desastroso que es probable. Efectivamente, es tan probable que es casi una certeza mientras sigue dominando la ECB demasiado individualista actualmente dominante. Los optimistas creemos que podemos cambiar aquella estructura cultural básica. ¿Cómo? Con las fuerzas de la concientización, de la ética, y de la inteligencia. Y no hay que olvidar de aquella palabra tan sufrida y tan abusada que es “amor.” “Amor” se puede rescatar de sus tergiversaciones y de sus derrotas. Puede ser asignado el oficio digno de ser el nombre del calor humano que es el antídoto de la frialdad. Puede nombrar también la lealtad el compromiso.
La concientización trae a la luz normas de convivencia que antes estábamos siguiendo sin examinarlas ni criticarlas. Antes de la concientización, pensábamos que el mundo que es, es el mundo que tiene que ser. Concientizadas o concientizados, nos damos cuenta que, aunque Margaret Thatcher diga que no hay alternativa, la verdad es que hay miles de alternativas.
La ética enseña las actitudes pro-sociales. Cultivar las actitudes pro-sociales debe ser, según el venerado san Alberto Hurtado, la meta principal de la educación[xiii] La antropología conoce a muchas culturas cuyas ceremonias e iniciaciones cultivan en los jóvenes las virtudes necesarias para sostener las practicas que, a su vez, sostienen la vida.
La inteligencia, como el principio de la realidad de Sigmund Freud, cambia la conducta humana adaptándola a lo que realmente es, liberándola de las ilusiones.
A continuación, se desglosa la ECB en sus tres partes: la estructura, la cultura, y la idea de lo básico. Aunque se considera aquí principalmente la cultura de lo que Susan Strange ha llamado la “civilización de los negocios” [xiv]propia de la economía global normada por la jurisprudencia neo-romana que hoy nos domina, en principio, cada cultura tiene una estructura básica.
La estructura se refiere a la organización. Las mismas partes componentes a menudo tienen diferentes poderes causales cuando están organizadas de manera diferente.
Los componentes de las estructuras aquí en juego son relaciones sociales, como son la relación entre comprador y vendedor, entre patrón y trabajador, o entre terrateniente e inquilino.
Cultural se refiere al nicho ecológico de la especie humana. Por la cultura somos creativos y capaces de cooperar los unos con los otros. La cultura realiza la organización física de los medios de subsistencia que hacen posible la existencia de los humanos. Transmitimos normas y estructuras de una generación a otra. Somos capaces de crear, preservar, y llegado el caso descartar, las normas que constituyen las relaciones sociales. Así nos adaptamos a los desafíos de la convivencia entre los unos y los otros; y a los desafíos impuestos por el medio ambiente.[xv]
Básica se refiere a las relaciones sociales, v. gr. a las instituciones, que satisfacen necesidades humanas básicas. Platón hizo referencia a las estructuras culturales básicas cuando escribió en el segundo libro de La República que los verdaderos arquitectos de nuestra ciudad son nuestras necesidades, y la primera y más básica de nuestras necesidades es la alimentación.
¿Qué es lo que es la ECB de nuestras sociedades, las sociedades modernas en general y específicamente de la civilización de los negocios actual? Si tengo razón cuando digo que la ECB es tan fundamental que no es posible solucionar nuestros problemas fundamentales, como lo son el problema de empleo digno y el problema de calentamiento global, sin cambiar nuestra actual ECB, moderna, desde luego es importante saber qué es lo que es. Antes de ofrecer una definición de ella postulo un principio filosófico:
El principio filosófico es: si existe la ECB de la modernidad, entonces sigue existiendo y sigue ejerciendo poderes causales que generan efectos, mientras los seres humanos la definimos de distintas maneras, lo nombramos con distintos nombres, y la explicamos con distintas teorías.[xvi] La ECB y la naturalezas, siguen determinando –en mi opinión principalmente aunque hay otros factores– el rumbo de la historia. Lo determinan aun en el caso que de ellas los seres humanos no tienen ninguna conciencia. Jared Diamond ha documentado casos históricos cuando los humanos llenaron sus mentes con otros pensamientos, sin ni siquiera sospechar que la combinación de ECB más naturaleza estaba determinando el ocaso de sus personas y de su cultura.[xvii]
Para definir la ECB de la modernidad, destacamos las relaciones de circulación, vale decir los mercados y las personas modernas que vivimos en los mercados.[xviii]
- La célula del gran cuerpo que es la economía global es el individuo que necesita vender algo para conseguir dinero. Tiene que vender para poder comprar.
- Según Marcel Mauss, el ser humano moderno es échangiste. Vive físicamente por la venta y la compra.[xix]
- En el alemán de Teodoro Adorno y Max Horkheimer, la ECB es el (principio de cambio, compra y venta) En el francés de André Orléan es séparation marchande.[xx] (separación comercial, ausencia de deberes solidarios, necesidad de mover los deseos de otros para conseguir lo que uno necesita)
Paulo Freire acertó cuando llamaba su metodología para facilitar la transformación social “acción cultural.” “Cultura” y “cultural” aquí se refieren al nicho ecológico de homo sapiens. Homo sapiens es el animal cultural, y por lo mismo el animal ético, o sea el animal que norma por la cultura las reglas morales y legales de la convivencia. Para un nuevo humano que nace, aquellas reglas suelen ser hechos sociales obligatorios, tan inmovibles como los son los hechos naturales. Por la concientización nos damos cuenta que han sido creado por seres humanos, y pueden ser cambiados por seres humanos.
Una vez armada la herramienta científica que es el concepto de estructura cultural básica, lo podemos emplear para iluminar el camino de la acción cultural. Podemos construir la paz social y salvar la biosfera, nada menos.
El concepto de la ECB ilumina dos de los hallazgos científicos más importantes de John Maynard Keynes. Son:
- Hay un déficit crónico de demanda agregada, por eso un déficit crónico de ventas, y por eso un déficit crónico de rentabilidad, de inversiones, y de empleo, y con mayor razón un déficit de empleo digno;
- El mayor problema económico es, y desde el comienzo de la modernidad ha sido, la debilidad de los incentivos a invertir,
Aunque otros factores también que contribuyen a la renuencia de los inversionistas, el hallazgo (1) identifica un poder causal capaz por si solo a desmotivar a los inversionistas.
El concepto de la ECB sirve para aclarar lo que pasa. La estructura básica moderna es échangiste. Para la modernidad, es obvio que las personas son individuos quienes viven por vender y comprar, usando dinero, y que cada quien tiene derecho a decidir no comprar si no quiere comprar. No es así con las otras culturas con otras ECBs comentadas por Marcel Mauss.[xxi]
Un hecho observado es que los gobiernos de las naciones del mundo, casi sin excepción, se dedican a motivar a los inversionistas, ofreciendo a ellos garantías y subsidios, y evitando políticas públicas que pueden motivar a los inversionistas a no invertir. Puede ser que ellos compran a los gobernantes por financiar sus campañas electorales, o puede ser que hay una estrecha alianza entre la mayor parte de los grandes medios de comunicación y las otras empresas grandes, o que haya maniobras tenebrosas sin Dios y sin ley que favorecen a minorías pudientes en desmedro del bien común. Todas estas maldades y más puede acontecer, y también puede acontecer que los inversionistas son honestos y bien intencionados.
Sean lo que sean los otros factores que determinan el rumbo de la historia, donde imperan las instituciones y creencias modernas que constituyen la estructura cultural básica, impera también la debilidad de los incentivos a invertir. Aquella debilidad motiva a los gobiernos a hacer lo posible para fortalecerla. La vida de los seres humanos depende físicamente de ella. La ECB es como la columna vertebral de un mamífero. Es una causa de lo funcional y de lo bueno, y también de lo anti-funcional y de lo malo. El economista polaco Michal Kalecki (1899-1970) identificó un hecho básico en palabras breves y claras:
Bajo un sistema de laisser-faire, el nivel de empleo depende en gran medida del llamado estado de confianza. Si esto se deteriora, la inversión privada disminuye, lo que resulta en una caída de la producción y el empleo (tanto directamente como a través del efecto secundario de la caída de los ingresos sobre el consumo y la inversión). Esto da a los capitalistas un poderoso control indirecto sobre la política del Gobierno: todo lo que pueda hacer tambalear el estado de confianza debe evitarse cuidadosamente porque provocaría una crisis económica.[xxii]
A primera vista, este hecho básico, destacado por Keynes y Marx y explicado en pocas palabras por Kalecki, conviene a los capitalistas y no conviene a las mayorías. Sugiero que, en fin de cuentas, sean lo que fueran las realidades del poder en los siglos dieciocho, diecinueve, y veinte; en el siglo veintiuno, no conviene a nadie. Define la ingobernabilidad. Define un mundo violento, inestable, e insustentable. Es un hecho básico heredado del pasado. Es el producto de una larga y complicada historia que no es la culpa de nadie ahora viviente.
En el año 1936, cuando fue publicado por primera vez la Teoría General de Keynes, Alvin Hansen publicó una reseña critica de ella.[xxiii] Hansen propone la tesis que, en la obra de Keynes la causalidad económica es en el fondo una causalidad psicológica. Las causas de los principales fenómenos económicos son causas psicológicas.
Efectivamente, en su Teoría General Keynes hace listados de los motivos que mueven a las personas y a las organizaciones a no gastar todo su dinero. Es por eso que no hay ventas suficientes para motivar la contratación de todas las personas que necesitan trabajo. Keynes mismo llama los motivos para no gastar “psicológicos.” (Los conservadores suelen argumentar al revés. Desde Adam Smith adelante, sostienen que no puede haber división de trabajo entre múltiples trabajadores especializados, y por lo tanto no puede haber eficiencia y prosperidad general, si anteriormente no hay ahorros de capital que financian los sueldos de los trabajadores durante el lapso entre la producción del producto y la venta del producto. Para ellos, desde Smith hasta hoy, el ahorro crea el empleo. Para Keynes, el retiro del dinero de la circulación para gozar de la liquidez, disminuye el empleo por disminuir las ventas. Pero ni Keynes, ni ninguna otra persona sensata, niega que existe el capital, que tiene funciones sociales imprescindibles, que se presta a abusos, y que es importante crear formas responsables de administrar los capitales que sirven al bien común y son sustentables.)
Puesto que el empleo financiado por ventas no es suficiente para cumplir con los derechos humanos sociales, estoy proponiendo complementarlo con criterios solidarios, compartiendo excedentes.
Además, soy partidario de una economía plural que cuenta con fuertes sectores que sí requieren ventas, pero no requieren generar beneficios para inversionistas. Ni menos requieren generar beneficios suficientes para atraer a los capitales que buscan inversiones no solamente rentables, sino más rentables que la inversión de los mismos capitales en la especulación financiera, o en la especulación en bienes raíces, o en otros empleos de capitales. A menudo los aportes de la especulación al bien común son cero o negativos.[xxiv]
Entre las fuentes de empleo que sí requieren ventas, pero no requieren rentabilidad financiera se encuentran las cooperativas, las empresas cuyos dueños son sus trabajadores, y los pequeños emprendimientos de la economía popular cuyo objetivo es mantener un hogar sin pretender acumular capitales.
Dicho todo esto, lo estimo importante matizar la interpretación de Keynes por Alvin Hansen y su auto-interpretación por Keynes mismo. La ausencia conspicua de los fondos necesarios para pagar el costo de una vida digna para los millones rechazados por los mercados, no se debe solamente a causas psicológicas. Como fue insinuado arriba, comentando a Marcel Mauss, hay muchas psicologías. Todas suponen una estructura social que define lo que es posible al interior de una ECB propia de un momento histórico sitiado y fechado. Esto fue demostrado por Michel Foucault en su tesis doctoral por el caso de la locura.[xxv] Locura en un sentido moderno y actual, solo es posible al interior de una cultura moderna y actual. Se puede decir lo mismo de comprar, de vender, de endeudarse, y de ahorrar.
No hay que ni subestimar ni exagerar el poder de la ECB liberal actualmente dominante. Es cierto que es debido a instituciones creadas y legitimadas por la ECB dominante que el mundo analizado por Michal Kalecki en la cita arriba es el mundo real y no un mundo de fantasía.[xxvi] Pero en nuestra época lo dominante coexiste con muchas otras formas de vivir.
En el mundo de 2022 hay muchas culturas y contra culturas. Hay muchos pueblos que eran colonizados exigiendo el renacimiento de sus antiguos valores autóctonas. Hay estudios empíricos de los valores hoy profesados por los casi ocho mil millones habitantes de la tierra. Revelan que los seres humanos en su mayoría de hecho no nos definimos a nosotros mismos como homo economicus. Según un estudio, los diez valores más profesados, tomando en cuenta datos de todos los continentes, son:
- Familia
- Relaciones humanas
- Seguridad financiera
- Pertenencia, identidad cultural
- Comunidad
- Crecimiento personal
- Lealtad
- Religión/Espiritualidad
- Seguridad Laboral
- Responsabilidad personal[xxvii]
Es notable que entre los valores que sí son económicos se destaca la seguridad. Quizás un sinónimo seria tranquilidad. No figura entre los primeros diez valores nada que corresponde a maximizar riqueza, ni a maximizar un número que se llama utility function.
No partimos de la nada cuando trabajamos para adaptar la cultura a sus funciones físicas y emocionales. La acción cultural que crea nuevas instituciones y transforma las viejas, cuenta con raíces existentes, como las son, en el momento histórico que ahora vivimos, el valor de valorar las relaciones humanas, y los valores resumidas en las voces “comunidad” y “familia.” Cierro comentando un hito histórico.
Los desafíos que amenazaban la vida en Roma al final del siglo seis anticiparon los desafíos que enfrentamos nosotros en las primeras décadas del siglo veintiuno. Hubo pandemia con muchos muertos. Gregorio I asumió como Papa en el año 590 cuando el Papa anterior murió de la plaga. Hubo en el siglo sexto una serie de guerras en Roma y cerca de Roma. Cuando asumió Gregorio, los Lombardos recién habían invadido territorios al norte y Roma misma se llenó de refugiados de la guerra, muchos de ellos durmiendo en las calles, muchos de ellos enfermos. Faltaban alimentos para los refugiados y otros indigentes, y se escasean alimentos hasta para los no-indigentes.
En este contexto, Gregorio I, ahora llamado Gregorio el Grande, organizó la alimentación y en general la solidaridad. Creó un sistema para entregar a los necesitados los alimentos que recibió la iglesia como donaciones. Dijeron que él mismo no comió hasta que después de que todos los demás comieron. Organizó la producción de alimentos en tierras que habían sido donadas. Los monjes de su propia casa, que él había convertido en monasterio antes de ser Papa, cuando él mismo entró a la vida monástica, se dedicaban a la producción de alimentos. Ora et labora.
En el año 595, Gregorio I, tomando en cuenta los antecedentes previos en la biblia y en la literatura sagrada anterior, decretó el texto que hasta el día de hoy define los siete pecados capitales en la fe católica, y también en las doctrinas anglicanas, luteranas, y metodistas. Ellos son:
- La soberbia,
- la avaricia,
- la lujuria,
- la ira,
- la gula,
- la envidia
- la pereza
Lo que quiero declarar, y repetir siempre hasta que todo el mundo lo entienda, es que, aun en el caso de que todas y cada una de las creencias cristianas fueran falsas, aun así, la práctica, de no cometer ninguno de los siete pecados capitales (y con mayor razón si además se practica las siete virtudes correspondientes (la humildad, la caridad, la castidad, la gratitud, la templanza, la paciencia y la diligencia) sería una adaptación funcional de la cultura humana a sus funciones físicas. Dicho de una forma menos escueta: a las realidades físicas de la física, la química, y la biología, y además a las realidades emocionales de las psicologías y las psiquiatrías, siendo muchos de estas últimas cableadas en la biología, por ejemplo, en las hormonas, a menudo cableados no como instintos sino como tendencias (Trieben).
- Evitar la soberbia, ser simpático, ser un elemento de paz y de cooperación, no prepotente, egocéntrico, y orgulloso.
- Evitar la avaricia. “Hay suficiente para satisfacer las necesidades de cada quien, pero no hay suficiente para satisfacer la avaricia de cada quien.” –Mahatma Gandhi
- Evitar la lujuria, practica la castidad, e incluso el celibato. Sublimar la sexualidad (Freud) para crear las grandes obras de la civilización, y no caer en una vida dominada por la sensualidad desordenada.
- Evitar la ira. No envenenar las relaciones humanas con rabias y odio.
- Evitar la gula. No comer más que necesitas, ni platos caros cuya producción agota recursos que deben ser usados para lograr la buena alimentación de todos.
- Evitar la envidia. No despreciar a ti mismo, por no ser tan bella o tan buenmozo que las estrellas del cine.
- Evitar la pereza. Trabajar para servir, con sentido de vocación y de misión social.
Imagina otro 2022, no el 2022 que existe, sino un mundo de 2022 en el cual casi ocho mil millones de personas se esfuerzan todos los días para evitar los siete pecados mortales y para practicar las correspondientes virtudes. Sería un otro mundo con otros ECBs determinando otro rumbo de la historia. ¿No es cierto?
Pienso en Roma bajo Gregorio I en el año 595 como un botón de muestra. Es una muestra de ética solidaria en el pasado europeo. Pudo haber sido un botón de muestra tomado de cualquier continente. Pudo haber tratado de Confucio, un artesano de la paz chino. Viviendo en un medio violento, cerca de 500 años antes de Cristo, Confucio observó que hubo enormes gastos inútiles y contraproducentes, provocando violencia más que paz, gastados para construir murallas y fortificaciones. Como en el caso de Gregorio I, la solución se encontraba en cambiar la brújula moral interior de las personas, cultivando virtudes. El botón de muestra pudo haber sido tomado de la historia de islam, de una u otra versión del Buen Vivir precolombino de América, o de la sabiduría tradicional africana, o de la doctrina y vivencia de dharma hace tres mil años en el subcontinente de la India, o de un estudio de las costumbres antes del patriarcado.
En el gran acervo de hipótesis sociales ya ensayados que es la historia, no faltan casos dignos de estudiar. ¿Por qué, en vez de estudiarlos, se estudia “desarrollo”?
Quiero sugerir que lo que ha ocurrido es que entre los seres humanos cultos se ha convertido en un hábito mental profundamente arraigado, tan habitual que se da por descontado sin examen crítico, que la Europa del siglo XVIII merece ser llamada el sitio donde se realizó el Siglo de las Luces, y que las creencias que prevalecían antes del siglo XVIII en Europa y/o en otros continentes, quedaron atrasados, oscuros, supersticiosos, sin ciencia y sin luces.
¿Por qué no decir que lo contrario es cierto? ¿Que la llamada Ilustración fue en realidad una caída en la oscuridad, un apagón de las luces? No conozco mejor manera de tratar brevemente esta gran pregunta, por no decir esta enorme pregunta, que hacer una sola afirmación única. (Advierto que mi eventual conclusión es matizada: Entre la afirmación única y el contrario, ambos son medio ciertos. Planteo la pregunta en forma tajante, para eventualmente llegar a un término medio.[xxviii])
La afirmación única: El público educado todavía no comprende el profundo significado del ensayo publicado por John Dewey por primera vez en 1909: “La influencia de Darwin en la filosofía.” La razón tan admirada por la mal llamada Ilustración fue una razón fija y universal. El siglo de las luces escribió los principios jurídicos de la estructura cultural básica en el mármol de la eternidad. Pero a partir de la publicación de El Origen de las Especies (1859) la ciencia y la razón fueron destinadas a ser entendidas como adaptaciones de la vida a desafíos cambiantes. Tenían que llegar a este destino no súbitamente, pero gradualmente en la medida en que las consecuencias de la nueva biología cuya viga maestra fue la evolución fueron entendidas. A partir de 1859 el peso de la razón científica empezó a caer al lado del cambio social; no al lado de un solo cambio, sino al lado de procesos permanentes de crear culturas adaptadas para sobrevivir y florecer en armonía con la naturaleza.
El entendimiento del pasado europeo, y el entendimiento de las culturas no-europeos tuvo que cambiar también. No se pudo sostener la predica que la razón había sido descubierta en Europa, y que fue la mission civilisatrice de los europeos imponerla por la fuerza de las armas al resto del mundo. Al contrario, la razón misma fue una adaptación a las exigencias de la vida, y para ser más exacto una serie de adaptaciones, realizadas en todo el mundo y en todas las épocas, como fueron también el lenguaje y la fisiología del cerebro.[xxix]
En las palabras de Dewey:
“Finalmente, la nueva lógica [de Darwin HR] introduce la responsabilidad en la vida intelectual. Idealizar y racionalizar el universo en general es, después de todo, una confesión de incapacidad para dominar el curso de las cosas que nos conciernen específicamente. Mientras la humanidad sufría de esta impotencia, naturalmente transfirió una carga de responsabilidad que no podía aguantar a los hombros más competentes de la causa trascendente. Pero si es posible comprender las condiciones específicas de la miseria y de la felicidad, y las consecuencias específicas de las ideas, la filosofía debe convertirse con el tiempo en un método para localizar e interpretar los conflictos más serios que ocurren en la vida, y en un método para proyectar formas de abordarlos: un método de diagnóstico y pronóstico moral y político.”[xxx]
Mi propuesta de destacar el papel de los individuos y de las instituciones del sector privado en la creación de empleo [xxxi]que no depende ventas es una propuesta pragmática. En otro mundo, un mundo en el cual las mayorías entre los ciudadanos votantes podrían ejercer el poder del voto para imponer por la vía legislativa su derecho a empleo digno, podría ser suficiente contar con los gobiernos para ser las instituciones encargadas de cumplir con los DDHH sociales. Pero este otro mundo no es el mundo nuestro.[xxxii] El mundo nuestro es el sistema-mundo moderno creado por la expansión del sistema-mundo europeo construido sobre bases jurídicas heredadas principalmente de Roma[xxxiii]
Nuestro mundo fue construido adrede, a nivel de la moral y la ética,[xxxiv] para ser un mundo con gobiernos limitados por los mercados, v.gr. por la libertad de los dueños de propiedad. Es un mundo en el cual la legitimidad del gobierno depende de respetar los derechos de la declaración francesa de 1789[xxxv], no los DDHH sociales de 1948. Puesto que el cambio fundamental espera el cambio de la estructura cultural básica, ejercer nuestra libertad para solucionar en alguna medida los problemas ecológicos y sociales, y avanzar hacia un estado de derecho mundial fundado sobre la base de éticas solidarias, es algo que podemos hacer. Confieso que no soluciona, o a lo sumo soluciona solamente en forma parcial, el problema formulado por Marx en su prefacio, y reconocido en forma implícita por Friedman, a saber: mientras las personas con más conciencia social comparten, aquellas con menos conciencia social acumulan. Los últimos tienden a lo largo a controlar más capital y a detentar más poder. Si no soluciona este problema, por lo menos ayuda a definirlo como un problema que requiere soluciones.
NOTES:
[i] John Maynard Keynes, General Theory of Employment, Interest and Money. Londres: Macmillan, 1936. Pp.249´-50.
[ii] Baran, Paul. (1958). Sobre la evolución del excedente económico. El Trimestre Económico Vol. 25 No 100(4). Octubre-diciembre 1958, pp. 735-748. Fondo de Cultura Económica, México, p.735
[iii] Amartya Sen, The Idea of Justice. Cambridge MA: Harvard University Press, 2011.
[iv] Carlos Marx, prefacio a la primera edición alemana de El Capital, reimpreso al comienzo de casi todas las ediciones y traducciones. Milton Friedman, Essays in Positive Economics. Chicago: University of Chicago Press, 1953. P. 29.
[v] Gavin Andersson y Howard Richards. Unbounded Organization in Community. Lake Oswego OR: Dignity Press, 2013, www.unboundedorganization.org. Gabriel Loza Telleria, Neoliberalismo vs. Neopopulismo: Un Dilema Falso. Bogotá: Pehoé Ediciones, 2021.
[vi] Entre otros, Richard Wilkinson y Kate Pickett. The Spirit Level. Londres: Allen Lane, 2009.
[vii] Entre otros, Martin Ravallion, Economics of poverty: History, measurement and policy. New York: Oxford University Press. 2016. El autor ha sido Director de Investigación del Banco Mundial.
[viii] John Maynard Keynes, General Theory of Employment, Interest and Money. Londres: Macmillan, 1936. P.348.
[ix] Hickel, Jason; Kallis, Giorgos (2020). Is Green Growth Possible?” New Political Economy. Vol. 25 PP.- 469–486
[x] Robert W. Dimand (1994) Irving Fisher’s Debt–Deflation Theory of Great Depressions, Review of Social Economy, V0l 52, pp. 92-107,
[xi] Santo Tomas de Aquino, Suma Teológica, Secunda Secundae, Quinta parte, Cuestión 32, Respuesta Objeción 2.
[xii] Paulo Freire (1970), Cultural Action for Freedom. Harvard Educational Review. Vol. 40, pp, 205-225
[xiii] Alberto Hurtado, S J., Humanismo Social. Santiago: Editorial Pacifico, 1947.
[xiv] Susan Strange, The Defective State. Daedalus Vol 124, (1995) pp. 55–74
[xv] James P. Boggs, The Culture Concept as Theory, in Context. Current Anthropology Vol. 45, (2004), pp. 187-209
[xvi] Howard Richards, On the Intransitive Objects of the Social (or Human) Sciences, Journal of Critical Realism, Vol. 42 (2018) pp. 1-16.
[xvii] Jared Diamond, Colapso. Madrid: Editorial Debolsillo, 2007.
[xviii] Marcel Mauss. Essai sur le don. Hay varias ediciones y traducciones fácilmente ubicables.
[xix] Para una definición más completa de la ECB moderna, ver el PPT “Estructura Cultural Básica” en el sitio www.chileufu.cl https://chileufu.cl/estructura-cultural-basica/
[xx] André Orléan, L´Empire de la valeur. Paris: Seuill, 2011.
[xxi] Ver el apéndice teórico de capítulo 4 de Howard Richards, Economic Theory and Community Development Lake Oswego OR: Dignity Press, 2022. Hay una traducción al español del capítulo 4 en el sitio www.chileufu.cl con el título Dos Hechos Apabullantes
[xxii] Michal Kalecki, Political Aspects of Full Employment, The Political Quarterly. Volume 1943, pp. 322-331. P. 325. Traducción mía. Charles Lindblom, “The Market as Prison” in Thomas Ferguson and Joel Rogers eds. The Political Economy. New York: M. E. Sharpe Inc., 1982, pp 3-11.
[xxiii] Alvin Hansen, Mr. Keynes on Underemployment Equilibrium. Journal of Political Economy, Vol. 44 (1936) pp, 667-686.
[xxiv] Ver los libros de Michael Hudson.
[xxv] Michel Foucault, Histoire naturelle de la folie a l ´age classique. Paris. Plon, 1961.
[xxvi] Como los preceptos básicos de la jurisprudencia neo-romana conforman la convivencia moderna es analizado por Karl Renner in The Institutions of Private Law and their Social Functions. London: Routledge, 1929. En el título del original alemán de 1904, la frase traducida al inglés como Prívate Law es Burgerrecht. Todas las naciones colonizadoras de Europa fueron estados sucesores del Imperio Romano. España, Portugal, Inglaterra, Francia y las otras se formaron cuando colapsó Roma. El colonialismo globalizó la jurisprudencia europea y con ella la ECB.
[xxvii] Valuegraphics, https://www.visualcapitalist.com/most-influential-values/?utm. Visto 1 septiembre 2022. Traducción mía.
[xxviii] Mi eventual conclusión no sale en este texto.
[xxix] Howard Richards, Letters from Quebec. San Francisco and London: International Scholars Press, 1995. Este libro traza en forma amena las variaciones y permutaciones de la razón en la historia del occidente.
[xxx] John Dewey, The Influence of Darwin on Philosophy and Other Essays. New York: Henry Holt, 1910. P. 27. Traducción mía.
[xxxi] La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 en su artículo 23 declara que toda persona tiene derecho a trabajo. Al final de su preámbulo llama a “tanto los individuos como las instituciones” y no solamente a los gobiernos a esforzarse para convertir en realidades los derechos declarados.
[xxxii] Howard Richards y Joanna Swanger, The Dilemmas of Social Democracies. Lanham MD: Rowman and Littlefield, 2006. Charles Lindblom, “The Market as Prison” in Thomas Ferguson and Joel Rogers eds. The Political Economy. New York: M. E. Sharpe Inc., 1982, pp 3-11.
[xxxiii] Ver las obras de Immanuel Wallerstein y en cuanto al papel del derecho romano Max Weber, Economía y Sociedad. México: Fondo de Cultura Económica, 1944 (primera edición alemana 1922).
[xxxiv] John Rawls, Lectures on the History of Moral Philosophy. Cambridge MA, Harvard University Press, 2000. Pp. 10-11.
[xxxv] La declaración francesa declara en forma tajante el derecho de la propiedad y a la vez en forma tajante el derecho fundado en la voluntad del pueblo. Así queda para siempre ambigua y contradictoria.
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Howard Richards, Ph.D. es miembro de la Red TRANSCEND para la Paz, el Desarrollo y el Medio Ambiente. Él nació en Pasadena, California, pero desde 1966 ha vivido en Chile cuando no enseña en otros lugares. Profesor de la Paz y Estudios Globales Emérito, Earlham College, una escuela en Richmond Indiana afiliada a la Sociedad de los Amigos (Cuáqueros) conocido por sus compromisos de paz y justicia social. Stanford Law School, maestría y doctorado en Filosofía por la Universidad de California en Santa Bárbara, Certificado Avanzado en Educación-Oxford, PhD en Planeamiento de la Educación de la Universidad de Toronto. Libros: Dilemmas of Social Democracies con Joanna Swanger, Gandhi and the Future of Economics con Joanna Swanger, The Nurturing of Time Future, Understanding the Global Economy (disponible como e-books), The Evaluation of Cultural Action (no es un libro electrónico). Hacia Otras Economías con Raúl González, descarga gratuita disponible en www.chileufu.cl. Solidaridad, Participación, Transparencia: Conversaciones Sobre el socialismo en Rosario, Argentina. Disponible gratis en el lahoradelaetica blogspot.
Tags: Capitalism, Inequality, Poverty
This article originally appeared on Transcend Media Service (TMS) on 10 Oct 2022.
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