(Castellano) El Bien Común de la Humanidad: Un Paradigma Post-Capitalista Frente a la Ruptura del Equilibrio del Metabolismo Entre la Naturaleza y el Genero Humano

CAPITALISM, DEVELOPMENT, ORIGINAL LANGUAGES, 1 Apr 2013

François Houtart – Forum Mundial de Alternativas

Tercera Conferencia para el Equilibrio del Mundo La Habana, 28-30 de Enero 2013 La múltiple crisis actual provee la oportunidad de una reflexión que sobrepasa lo inmediato y la Conferencia Por el Equilibrio del Mundo es un lugar particularmente adecuado para este fin.

Abordaremos en primer lugar el porqué de un nuevo paradigma, después la ruptura del equilibrio del metabolismo socio-ambiental y el aporte de Carlos Marx, y finalmente la reconstrucción de este equilibrio y la transición hacia la dimensión ecológica del socialismo. 1°¿Por qué un nuevo paradigma? La organización capitalista de la economía se basa sobre la lógica de la ganancia y de la acumulación privada con la ignorancia de las externalidades sociales y ecológicas. Ella conlleva la explotación de la naturaleza, una ley del valor exclusivamente basada sobre el cambio, el capital como principal sujeto de la organización colectiva y de la historia, y la colonización de la cultura.

En su fase neoliberal, el capitalismo llevó la ruptura del metabolismo socio-ambiental a un nivel jamás alcanzado y destruyó los logros sociales del periodo keynesiano. La pregunta es saber si se puede mejorar la situación socio-ambiental y contener los efectos de la crisis, dentro del cuadro del capitalismo. Hasta un cierto punto, la respuesta es sí. En la medida que nuevas prácticas sean fuentes de provecho, ellas serán adoptadas. El ejemplo del “capitalismo verde” lo comprueba. Pero si no es el caso, ellas serán rechazadas o rápidamente abandonas. Por otra parte, cuando los daños ecológicos empiezan a afectar la tasa de ganancia y cesan de ser “externalidades”, o cuando las resistencias sociales ponen en peligro el modo capitalista de producción y de circulación, este último acepta regulaciones, pero siempre a condición que sean market friendly y provisionales. Rémy Herrera recuerda que la macroeconomía neoclásica ha reintegrado los temas ambientales en una teoría del crecimiento que excluye una interpretación de los recursos naturales como patrimonios comunes, para incluirlos en categorías propias del capital (capital natural, por ejemplo), “para someterlos a un proceso de acumulación, de remuneración y de acumulación capitalistas, en una lógica exclusivamente orientada sobre el provecho”.

Al mismo tiempo, el sistema es capaz de seguir destruyendo los ecosistemas del planeta por la obtención de provechos a corto plazo y de explotar millones de trabajadores formales o informales en beneficio de minorías que se enriquecen. En consecuencia, las luchas deben superar las regulaciones del capitalismo, aún si son eventualmente necesarias a corto plazo, para atacar el fundamento de la lógica que preside a su desarrollo. Es lo que Carlos Marx propuso en su obra. Hoy, se trata de perseguir este propósito y de proponer una filosofía de la vida colectiva de la humanidad en el planeta, adaptada a las nuevas circunstancias. Eso no puede ser sino el fruto de las luchas sociales y revolucionarias, combinadas con un pensamiento crítico. El nuevo paradigma tiene que adoptar orientaciones opuestas a las de un capitalismo que está llegando al colmo de su carácter destructor y que, por consecuencia, es un instrumento de muerte, tanto por el planeta como por el género humano.

Proponemos el concepto de Bien Común de la Humanidad, no como un eslogan, o menos todavía como una concepción mesiánica, sino como un instrumento analítico y una meta colectiva, que puede recibir varios nombres, desde el sistema de necesidades y capacidades de Marx, hasta el Socialismo del Siglo XXI de América Latina, o el Sumak Kawsay de los indígenas kichwa del Ecuador. Lo importante no es el nombre, sino el contenido. Se trata de la posibilidad de producir, reproducir y mejorar la vida, en todas sus dimensiones, de la naturaleza y de su parte consciente (y por ende responsable), la humanidad. Tal concepto se traduce concretamente en los varios elementos que constituyen los cuatro fundamentos de la vida colectiva de la humanidad en la Tierra, que cada sociedad tiene que abordar, cualquiera que sea el modo de producción: relación a la naturaleza exterior, producción de la base material de la vida, organización colectiva social y política y cultura. En primer lugar, la relación social con la naturaleza debe asegurar la regeneración de la tierra y una utilización razonable de los recursos no renovables. Ello significa pasar de la explotación (concepto del capitalismo) al respeto de la tierra como fuente de toda vida, física, cultural, espiritual, y fomentar una visión biocéntrica del universo.

En segundo lugar, la posibilidad para todos de acceder a las bases materiales de la vida, exige que se privilegie el valor de uso frente al valor de cambio (eje central de la acumulación capitalista), con relaciones de producción sin explotación del trabajo y sobre la base de la solidaridad. La tercera dimensión es la organización colectiva, social y política que tiene que asegurar la participación de todos en la generalización de la democracia en el conjunto de las relaciones e instituciones sociales, fomentando la construcción continua de los grupos y de las personas humanas como sujetos sociales a los varios niveles.

Finalmente, la participación de todas las culturas, los saberes, las filosofías, las espiritualidades en la elaboración de una visión holística de la realidad y la ética social, pondrían fin a la hegemonía de una cultura (occidental) instrumentalizada por el mercado. 2° La ruptura del metabolismo entre naturaleza y género humano El proceso de ruptura del equilibrio en el intercambio de materias entre los seres humanos y la naturaleza (metabolismo) empezó con la industrialización capitalista y se desarrolló durante los dos siglos pasados; y con una aceleración fuerte desde la mitad del siglo XX. Se realizó dentro de un proceso de concentración de un capitalismo de monopolio, que acentuó la brecha entre el Norte y el Sur.

Los países socialistas han seguido el mismo camino para el desarrollo de sus fuerzas productivas. Hoy en día, los países emergentes adoptan un modelo similar de desarrollo industrial o como proveedores de materia prima en la división internacional del trabajo. Sin embargo, ya Carlos Marx había anunciado los efectos dañinos de tal lógica. 1. El aporte de Carlos Marx Debemos reconocer que los aportes de Marx en este dominio no fueron muy utilizados en la literatura crítica, aún marxista, sino hasta los últimos años. Tampoco aparecen centrales en las publicaciones de los países socialistas, a pesar de ofrecer una base de interpretación de lo que el mundo está viviendo en nuestros tiempos. Una reubicación socio-histórica de la cuestión ambiental puede ayudar a entender el porqué. Por una parte, el pensamiento social crítico se focalizó en la trasformación de las relaciones de producción y, por otro lado, los países socialistas buscaban el desarrollo de las fuerzas productivas para construir las bases del socialismo. La visión de un progreso material lineal sobre un planeta inagotable, herencia de la modernidad adoptada y reproducida por el capitalismo, no fue puesta en cuestión. Menos todavía cuando el socialismo se definió como una superación del capitalismo en la producción de bienes y servicios. Los daños ecológicos eran considerados como una externalidad.

Ese modelo se puede verificar aún hoy en día en el tipo de desarrollo de un país como China, donde a pesar de un reciente discurso oficial de defensa de la naturaleza, las prácticas contrarias siguen. En este sentido, Cuba fue una excepción, con la alerta muy temprana del comandante Fidel Castro sobre el tema, y la emisión mínima de gases con efecto invernadero por el país . Marx utilizó la noción de metabolismo, de creación reciente en las ciencias naturales de su tiempo, significando en este caso el intercambio orgánico entre los seres humanos y la naturaleza (Stoffwechsel). Para interpretar eso, es necesario hacer primero referencia a la concepción marxiana de la naturaleza. Se trata de una realidad que tiene su existencia propia, sus leyes y su vida independientemente de toda consciencia y voluntad humana (A. Schmidt, 1976, 78). “la materia misma no la ha creado el hombre” escribe Carlos Marx .

Por otra parte, “El hombre mismo… es un objeto de la naturaleza, una cosa, aunque sea una cosa viva y autoconsciente” . Si existe un intercambio, es con la “naturaleza externa” al ser humano, es decir todo lo que él utiliza para vivir y todo lo que él retorna después de la utilización (deshechos, objetos inútiles, hasta su propio cuerpo). El trabajo es la base de este intercambio. Lo expresa Marx de la manera siguiente: ” Como creador de valores de uso, como trabajo útil, pues, el trabajo es, independientemente de todas las formaciones sociales, condición de la existencia humana, necesidad natural y eterna de mediar el metabolismo que se da entre el hombre y la naturaleza, y, por consiguiente, de mediar la vida humana”.

Los valores de uso sirven para satisfacer las necesidades de la vida humana y son “combinaciones de dos elementos, la sustancia natural y el trabajo” . Por otra parte, el valor de cambio no contiene ningún material natural . Es el producto de una relación social. El trabajo es creador de valores en el plano formal y la naturaleza en el plano material. Y así, según Marx, “El trabajo es el padre (de la riqueza material) y…la tierra su madre” . La fuerza de trabajo es “ante todo materia natural trasformada en organismo humano” . Es en este sentido que Marx habla de “metabolismo social”, porque el intercambio es siempre mediatizado por una forma social particular. “Cada modo de producción y de reproducción de la vida que ha desarrollado la humanidad es un régimen particular de organización de dicho metabolismo social-natural”, escribe Miguel Ruiz. Jazon Moore, que fue últimamente uno de los más importantes intérpretes del pensamiento marxista en este dominio, no duda en afirmar que “el capitalismo es un régimen ecológico”. 2. La fractura del metabolismo por el capitalismo Cuando Marx dice que la característica del capitalismo es destruir las bases de su propia riqueza, la naturaleza y el trabajo, se trata de entender por qué no es el efecto de un accidente del sistema, sino el fruto de su propia lógica. Ello es lo que va a permitir a Marx adelantar la percepción de los eventos que vivimos actualmente.

Miguel Ruiz Acosta, del Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador, lo explica muy claramente. En las sociedades pre-capitalistas, los ciclos de reproducción de la fuerza de trabajo (capacidad humana de trabajar) y de la naturaleza estaban mutuamente condicionados. “El hombre hace parte de la naturaleza y este metabolismo primitivo se refuerza en el proceso de preservación de su ser”, escribe Jean-Luc Cachon. Al contrario, en el capitalismo, el capital tiende a subordinar estos ciclos a su propia reproducción: “La naturaleza aparece como su obra (del hombre) y su realidad”. El capitalismo, de hecho, es un modo de civilización, donde el valor de uso está subordinado a la riqueza abstracta, lo que está en el origen de la destrucción de los equilibrios del metabolismo socio-ambiental. Marx hace notar que el ritmo de reproducción de la naturaleza (“sustancias vegetales y animales sometidos a leyes orgánicas, ligadas a ciertos lapsos naturales”) no puede aumentar al ritmo del capital fijo (máquinas, etc.) de países industrializados. La lógica de la reproducción del capital es generar una riqueza abstracta (valor) capaz de aumentar a lo largo de sus sucesivos ciclos reproductivos (reproducción ampliada). La producción de valores de uso en forma de mercancía (valores de cambio) es el medio para alcanzar este fin.

Es esta contradicción entre los ritmos la que engendra la fractura del metabolismo social. ” Marx utilizó el concepto de ‘fractura’ abierta en la relación metabólica entre los seres humanos y la tierra para denotar el extrañamiento material de los seres humanos, escribe J. Forster, dentro de la sociedad capitalista, en relación con las condiciones naturales que constituyen la base de su existencia, lo que denominaba “las sempiternas condiciones de la existencia humana impuestas por la naturaleza.” Para Marx, el proceso empezó con la industria urbana, pero se prolongó con la esquilmación de los suelos por la agricultura industrial provocando “un desgarramiento insanable en la continuidad del metabolismo social, prescrito por las leyes naturales de la vida.” Desde la fecha de este escrito de Marx, el proceso se aceleró, con una población urbana que alcanza más de la mitad de la humanidad, produciendo desechos en cantidad incontrolable, una industria emitiendo millones de toneladas de gases de efecto invernadero, transportes contaminantes irracionales y un acaparamiento de tierras para monocultivos destructivos de los suelos y la contaminación del agua. El proceso está acompañado por una subordinación real y formal del conjunto de la fuerza de trabajo mundial al capital. El agotamiento de los recursos naturales (la naturaleza externa, como los llama Marx) con la expansión del mercado mundial, provoca una crisis de escasez.

Hay una contradicción entre la sobreproducción de los elementos fijos del capital (maquinaria, infraestructura, etc.) y la subproducción de las materias primas, que al mismo tiempo tienden a aumentar de precio. ” El resultado, escribe Gian Carlo Delgado, de la UNAM de México, es que la dinámica de acumulación de capital en los espacios territoriales concretos pone ya en cuestionamiento la preservación de los bienes comunes y, con ello, incluso la viabilidad misma de la vida, no solo la humana”. Así, Carlos Marx ya había dado la alerta, lo que no fue oído por la mayoría de los constructores de las sociedades socialistas del siglo XX. A pesar de no haber podido prever el agotamiento de las riquezas naturales, también él había establecido bases teóricas solidas sobre la relación entre los seres humanos y la naturaleza y anticipado lo que podríamos llamar hoy en día, con Michael Löwy, el eco-socialismo. 3. La dimensión de la fractura Hoy en día todos los indicadores apuntan sobre una crisis de dimensión jamás alcanzada. Se trata de una mundialización de la fractura. Es una evidencia que Miguel Ruiz subraya: “Si bien la fractura metabólica asociada a la emergencia del capitalismo comenzó a la par de la industrialización … fue durante el siglo veinte cuando la mundialización del capital amplió tal fractura en proporciones nunca antes vista”.

Tim Appenzelles, de Nature Magazine, se preguntó durante el Foro Económico Mundial de Davos (2012): « ¿No hemos sobrepasado el punto de no-regreso?” El informe preparatorio al Foro de 2013, señalaba que la tierra había perdido el 30 % de su potencialidad reproductiva. John Saxe Fernández, por su parte afirma que en las circunstancias actuales, el crecimiento económico es incompatible con los límites materiales de la naturaleza. Es interesante hacer notar que en 2013, el FEM de Davos se preocupó de estas situaciones . Se manifestó una inquietud fuerte por situaciones de riesgo en el mundo actual: los eventos extremos del tiempo, tempestades e inundaciones en aumento; los progresos en la geo-ingeniería que ofrecen la posibilidad a grupos terroristas de actuar sobre el clima; la militarización del espacio; y también, el crecimiento de la desigualdad entre ricos y pobres, que conduce a protestas sociales eventualmente violentas. “Estamos frente a dos tempestades al mismo tiempo, una ambiental y la otra económica”, decía John Drzik, el Presidente de la Compañía de seguro Oliver Wyman, durante la preparación del evento. El informe presentado al Foro recomendaba a los Gobiernos nombrar un Ministro de Riesgos. En verdad, estos factores pueden poner en peligro el modelo de acumulación dominante. Se reconoce que la relación con la naturaleza es un factor que implica una responsabilidad humana y, en Davos, se propusieron medidas de regulación.

Sin embargo, la gravedad de la situación no parece haber llegado a la consciencia colectiva de este grupo de dirigentes económicos y políticos. Según Paul Crutzen, premio Nobel y Eugene F. Stoermer, hemos entrado en una nueva era geológica, el Antropoceno, caracterizada por el hecho que los procesos naturales están ahora alterados por los seres humanos . Lo más grave es que parece evidente que hemos llegado a una doble contradicción: el modelo no puede reproducirse a largo plazo y tampoco no puede extenderse al conjunto de los grupos humanos en el planeta . De ahí la ilusión del “desarrollo” sin cambio de paradigma y del “desarrollismo” de los países “emergentes”. 1) Los principales dominios de la ruptura y sus efectos Antes de entrar en más precisiones, falta recordar el vínculo entre la el tipo de sociedad y la ruptura del metabolismo socio-ambiental, para no limitarse a una visión ecológica demasiada simple. Aún en un mundo globalizado bajo la hegemonía del capitalismo, todas las sociedades no tienen la misma responsabilidad (cada ciudadano de los Estados Unidos emitía en 2004, 20 toneladas de Co2 en la atmosfera, cada Europeo, 10 toneladas, cada Chino, 4,2 (en 2012, 7 toneladas) y cada Indio 1,2) ni tampoco todas las clases sociales (en los Estados Unidos, el 1 % superior emite anualmente arriba de 100 toneladas de CO2).

Así al analizar los dominios de la ruptura y sus efectos, debemos siempre preguntarnos quienes son los actores, quien produce los bienes o los servicios, quien los consume. A menudo se atribuye al crecimiento demográfico la causa de los problemas ambientales. Es verdad que el ser humano es por sí un depredador de la “naturaleza externa”, como decía Carlos Marx, pero no son los más pobres que son responsables de la sobre-explotación del planeta, sino los ricos. Por otra parte, la tendencia demográfica mundial tiende a estabilizarse a medio plazo, pero a condición de responder a las necesidades vitales de las poblaciones pobres, que en este caso limitan su capacidad reproductiva.

Además, como es la lógica de los ciclos de reproducción (amplia) del capitalismo que construye la contradicción con los ciclos de recuperación de la tierra, debemos ser conscientes que los fenómenos que abordaremos son el fruto de estrategias del sistema para instrumentalizar todos los mecanismos naturales y sociales en función de sus objetivos: una concentración monopolística y la extracción de excedentes de la periferia, el ejercicio del poder a la escala mundial, el desarrollo de geopolíticas adecuadas . Los dos factores fundamentales del proceso actual son, por una parte, el agotamiento de los recursos no renovables y por otra parte, la degradación de las fuentes no-renovables. – El agotamiento de los recursos no-renovables No hay un día sin nuevos datos sobre este fenómeno.

Helmut Haberl, del Instituto para la Ecología social de Viena, calculó que durante el siglo XX, el crecimiento mundial de extracción de recursos aumento en 9.5 veces: la biomasa se multiplicó por 3.8, el uso de combustibles fósiles por 13 y la extracción de minerales industriales por 31. Los recursos no-renovable constituyen alrededor del 70 % de todos los recursos utilizados por la humanidad . Sin embargo, es después de la segunda guerra mundial que el fenómeno se acentuó, con la reconstrucción de la posguerra (los treinta años gloriosos). El “Consenso de Washington” o la era neoliberal, acelero el proceso, con la liberalización del comercio mundial y la privatización de los sectores públicos. Fue una época de despilfarro considerable de recursos naturales a bajo precio, irracional en vista de las necesidades, pero no en función de las ganancias y de la acumulación del capital. La consciencia del agotamiento de la mayoría de los recursos dentro de un tiempo previsible, y en particular de las fuentes de energía (el petróleo en aproximativamente 40 años, el gas, en 60 años – solo en carbón tiene por 2 siglos de vida al ritmo actual de consumo) tiene varias consecuencias.

En primer lugar se trata de asegurar el control de las reservas y por eso de obtener la mayor extensión de concesiones sobre tierras potencialmente utilizables para la explotación petrolera o minería o para monocultivos.

En segundo lugar, es necesario promover nuevas tecnologías capaces de extraer material de yacimientos actualmente inútiles, pero no agotados o de rentabilizar mejor nuevas explotaciones (ende las minas a cielo abierto, con todas sus consecuencias ecológicas y sociales).

En tercer lugar, esta preocupación orienta la geo-estrategia militar mundial: bases al extranjero en zonas de recursos importantes, intervención directa (Iraq, Afganistán, Libia, Mali). En breve, la misma lógica de acumulación capitalista lleva a un límite que temprano o tarde significara un callejón sin salida. – La degradación de las fuentes no-renovables La principal destrucción es la de los “pozos de carbono”, es decir los lugares de absorción natural de los gases de efecto invernadero: las selvas y los océanos, mientras la emisión de estos gases sigue aumentando. La deforestación sigue en los tres continentes del Sur: la selva amazónica, en América del Sur, que corre peligros graves por el monocultivo de soja, de palma e indirectamente de caña de azúcar, y por las políticas extractivas de petróleo y de minerales; en África central y en Malasia-Indonesia, por las mismas razones.

Esfuerzos de reforestación se realizan en el Norte, pero son insuficientes. Solamente China ha puesto en marcha un programa de gran amplitud. La acidificación de los océanos y el alza de los mares están en relación con el calentamiento del planeta y es un obstáculo para la absorción del CO2. Según la organización Meteorológica Mundial (WMO) en el polo Norte, el hielo ha perdido el 18 % de su consistencia entre 2007 y 2012. El Ártico pierde siempre cada vez más su capa de nieve . El Instituto Postdam, para el impacto climático, afirma que en los veinte últimos años, el nivel de los mares aumentó 60 % más rápidamente que lo previsto . Alrededor del 60 % de toda la producción mundial pasa por los océanos y cada día unos 22.000 barcos de más de 400 toneladas recorren esos océanos , fruto del “turboconsumismo” y de la liberalización irracional del comercio, con la contaminación que eso conlleva; sin hablar del despilfarro de materias primas y de energía. Cada año, 3,5 millones de barriles de petróleo se derraman en los océanos.

Entre 1962 y 2005, el volumen de exportación de productos extraídos ha pasado de 30 millones de toneladas a 40 millones . El modelo capitalista de agricultura se construye, no solamente sobre la concentración de las tierras en un proceso de real contra-reforma agraria a escala mundial y la expulsión de los pequeños campesinos, sino también con el uso masivo de productos químicos. Según el World Resources Institute, en 45 años, más de 1.200 millones hectáreas de tierras arables (equivalente a la superficie de China y de la India juntos) fueron contaminados. Solamente en Argentina, en 2012, se utilizó 370 millones de kg de veneno (68 % glifosato) para la agricultura. En las zonas de fumigación, los cánceres alcanzan el 30 % de la población, contra el 18 % en las otras zonas. Se contaminan las aguas, tanto las capas subterráneas, como los ríos y los mares (como ejemplo el fenómeno de los mares muertos en las embocaduras de los grandes ríos del mundo). Con el cambio progresivo en la alimentación, la producción de carne aumenta.

Las reses, que hacia 2001 eran más de 1530 millones en el mundo, producen más metano y CO2 que toda la población humana. El acaparamiento de las tierras se realiza en gran escala en África, con reales peligros para la soberanía alimentaria. Se trata de corporaciones multinacionales o de Estados, en búsqueda de grandes extensiones de territorio para concesiones de extracción petrolera o minera, para producir alimentos humanos y animales y sobre todo para agro-combustibles. Mozambique es un ejemplo particular, con dos contratos de mega dimensión. El primero fue el acuerdo firmado en Brasilia en 2010, con la Comunidad Europea y el Gobierno de Brasil para el desarrollo de 4,8 millones de hectáreas de caña de azúcar, con capitales europeos y tecnología brasileña para abastecer a Europa en etanol.

En segundo es el proyecto ProSavana, donde el Gobierno brasileño, el sector privado de Brasil y empresas japoneses tienen el proyecto de utilizar 14 millones de hectáreas en lo que se llama el Nacala Corredor, para producir soya, maíz y cañas. Empresas del agro-negocio brasileño serían las encargadas de la producción; y una multinacional japonesa, de la exportación. GV Agro, filial de la Fundación Getulio Vargas, coordina los inversionistas brasileños, bajo la dirección de Roberto Rodríguez, antiguo ministro de Agricultura. Charles Hefner de GV Agro afirma que se trata de una “zona abandonada”, sin agricultura, pero el movimiento campesino mozambiqueño UNAC, afiliado a la Vía Campesina, contesta que es una zona de cultivos en alternancia y que este proyecto afectará a millones de campesinos. – Los efectos ecológicos y sociales Solamente podemos citar algunos de estos efectos.

El calentamiento del planeta es probablemente el más inquietante. J. Hansen de la NASA escribe que los casos de calor extremo en el verano se han multiplicado por 13 desde los años 1980. Las varias conferencias de la ONU hacen pronósticos que van desde 2 grados centígrados de aumento para el fin del siglo XXI, hasta 4 y más. Eso significa sequías y falta de agua en varias partes del planeta (Sahel, Asia central) impidiendo la posibilidad de la vida. Centenares de millones de migrantes climáticos se prevén hacia la mitad del siglo, y decenas de especies vivas desaparecerán. La falta de agua resulta también de otras causas. Así, el fracking, en los Estados Unidos, exige la utilización para las inyecciones a alta presión, entre 8 y 30 millones de litros de agua por pozo, y solamente un solo yacimiento en Pensilvania tiene 200,000 pozos. La contaminación, como lo hemos visto a propósito de la agricultura, tiene también efectos importantes en las ciudades. El 12 de enero de 2013, Pekín ha conocido el peor caso de polución de su historia, según la Señora Zhou Rong, jefa de la oficina del Clima y de la Energía de Asia Oriental de Greenpeace. La visibilidad era de menos de 100 metros. El hospital para niños recibió los días siguientes más de 7.000 pacientes por día a causa de esta contaminación. El GIEC, Grupo de los expertos internacionales que asesora la Organización de las Naciones Unidas sobre estas cuestiones, se muestra cada vez más insistente para que decisiones se tomen a nivel internacional, indicando que el tiempo urge. La situación es más grave de lo que se piensa, ya que, según Jean Pascal van Ypersele, vice-presidente del GIEC, los informes del grupo son el resultado de un compromiso entre los expertos, lo que se traduce en posiciones conservadoras. – El desafío ético Frente a estas situaciones existe un desafío ético para el conjunto de la Humanidad. La responsabilidad es evidentemente diversa, pero es universal. La inspiración de José Martí en este sentido pude ser importante, él que puso la ética en el centro de su pensamiento filosófico y de su acción política.

No solamente soluciones deben ser encontradas, sino que son urgentes. Los protagonistas del sistema capitalista están preparados para condenar los actores incapaces o corruptos a condición de salvar la lógica del sistema (es decir sus intereses). Por eso hablan de “economía verde” y también del sacrificio de algunos sectores de la población para salvar la mayoría. Otros hablan de regulaciones del sistema porque el mercado no es capaz de auto-regularse (neo-keynesianos). Pensamos que la crisis sistémica exige un nuevo paradigma y que eso es un imperativo ético. 4.

La reconstrucción del equilibrio del metabolismo entre la naturaleza y los seres humanos por un cambio de paradigma y las transiciones El problema de la ruptura del metabolismo socio-ambiental es el resultado de una lógica más amplia que abarca el modo de acumulación y el predominio del valor de cambio, la organización colectiva al servicio de la reproducción del capital y la visión del mundo orientada por un progreso lineal en un planeta inagotable al servicio de una minoría. La reconstrucción del metabolismo es solamente una parte de la solución. Es necesario desarrollar un enfoque holístico teniendo en cuenta la necesidad de proponer un paradigma nuevo de conjunto. 1) Un equilibrio renovado como parte del nuevo paradigma Es el paso que hace Carlos Marx, cuando él afirma que la única manera de restablecer el equilibrio es la construcción del socialismo. Se trata de contradecir la lógica de acumulación del capitalismo y de realizar una construcción social alternativa, permitiendo “hacer la paz con el planeta”, como dice John Saxe Fernández. Jean Luc Cachon añade un comentario: “Es por este lado que el comunismo es reconciliación, teleología del retorno a la unidad; él será, según las palabras de Marx: “el naturalismo cumplido del hombre” , “verdadera solución del antagonismo entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre”.

Con la experiencia del socialismo del siglo XX, debemos preguntarnos de qué socialismo se trata. Evidentemente, todas las realizaciones concretas de este último fueron pasos en una transición, sin embargo, la mayoría de ellos no fueron ejemplos de nuevas relaciones de las sociedades humanas con la naturaleza externa ni de la generalización de la democracia. Es por eso que la reflexión tiene que progresar y las experiencias que avanzar. Por una parte está la propuesta de una definición del contenido del socialismo como proyecto, es decir de una meta: el Bien común de la Humanidad o las condiciones de la producción, reproducción y mejoramiento de la vida, como contenido del socialismo y por otra parte, la concretización de esta meta en los cuatro ejes de la vida colectiva de la humanidad en el planeta, ya citados previamente y que definen las etapas de la transición socialista. Todo esto puede parecer una utopía en el sentido de una ilusión, pero no lo es. Miles de iniciativas, de luchas y de organizaciones existen en el mundo entero actuando en un sector u en otro de los cuatro ejes. Lo que se necesita es una coherencia teórica y una convergencia de las luchas frente a una resistencia siempre más violenta del sistema.

Eso es el desafío fundamental para el futuro. 2) Las transiciones En los límites de este trabajo, no podemos entrar en detalles e indicaremos solamente las grandes líneas de una reflexión ya en curso. Se habla de transición cuando un sistema no tiene más las capacidades necesarias de su reproducción (varios elementos empiezan a faltar) pero un nuevo sistema socio-ambiental tampoco se ha establecido para reemplazar el precedente. Se trata de un proceso dialéctico realizado vía luchas sociales. Sin embargo, existe una exigencia fundamental, que la meta de las luchas y las realizaciones políticas sean pasos reales hacia el nuevo paradigma y no solamente adaptaciones del sistema a nuevas demandas de tipo ecológico o a resistencias sociales. En este caso no se trata de transición.

Es el trabajo empírico que permitirá descubrir el sentido de los fines y de las medidas concretas. Terminamos con una triple conclusión. La primera es la necesidad de una convergencia concreta de luchas. La labor realizada por los Foros Sociales Mundiales, para crear una consciencia social nueva a nivel mundial, ha sido un gran paso permitiendo también la constitución de numerosas redes de movimientos e iniciativas sociales. Tiene que continuar, porque muchos pueblos deben todavía entrar en este proceso. Sin embargo, eso no basta. El próximo paso es la organización de la convergencia con el fin de constituir una nueva relación de fuerza a la escala mundial. Algunos, como Hugo Chávez y Samir Amín han llamado a crear la Quinta Internacional. Otros, dudando de la pertenencia de esta apelación, prefieren utilizar otro vocabulario. No importa el nombre, lo importante es la realización. Una segunda conclusión es la importancia de la propuesta de Pablo González Casanova, de una llamada a los científicos del mundo, que esta Conferencia podría apoyar. Eso haría parte de un compromiso moral frente a la urgencia de encontrar soluciones sobre la base de un nuevo paradigma de la vida colectiva de la humanidad en la tierra.

Finalmente, el proyecto de una Declaración universal del Bien Común de la Humanidad, paralela a la Declaración Universal de los Derechos Humanos , podría también recibir un soporte. En verdad, no son las declaraciones que cambian el mundo, sino las luchas sociales y políticas, pero un tal documento puede servir de instrumento pedagógico para definir la meta, indicar pistas de concretización para la acción y orientar la construcción de un derecho internacional renovado. Un proyecto, siempre en elaboración, será presentado en ocasión del próximo Foro Social Mundial de Tunes.

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François Houtart es un sacerdote católico y sociólogo marxista belga, fundador del Centro Tricontinental (CETRI) que funciona en la Universidad Católica de Lovaina y de la revista “Alternatives Sud“. Es una figura reconocida del movimiento altermundista. Ex Sacerdote católico e intelectual marxista. Nieto del conde Henry Carton de Wiart (1869-1951) –- que fue uno de los dirigentes del Partido Católico y pionero de la democracia cristiana. Fue ordenado sacerdote en 1949. Licenciado en ciencias políticas y sociales, es también doctor en sociología de la Universidad lovaniense, donde él fue profesor desde 1958 hasta 1990.

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