(Castellano) Crecen los Huertos en las Azoteas de Gaza
ORIGINAL LANGUAGES, 20 Dec 2010
Eva Bartlett – Periodismo Humano
El gris del cemento de los campos de refugiados de Gaza contrasta con el color de los huertos de verduras de las azoteas.
”En los campamentos no hay espacio, ni árboles, ni parques públicos”.
La “zona de exclusión” impuesta por Israel en las fronteras ocupa un tercio de las tierras agrícolas de la franja.
“Cultivamos en nuestro techo porque somos agricultores sin tierra”, dice Moatassan Hamad, de 21 años, residente en esta localidad del norte de la franja de Gaza. ”Nuestra familia es grande y por suerte podemos alimentarnos con lo que cultivamos”. Lo que cultivan es una variedad de verduras. “Coles y berenjenas en invierno, y endochriyya (una planta que se utiliza para hacer sopa), ajíes, ajos y cebollas en verano. Y también otras cosas que podemos vender, como flores y almácigos con palmeras”, explica.
Los Hamad viven en una típica casa construida con bloques de cemento, en medio de un campamento de refugiados palestinos.”En los campamentos no hay espacio, ni árboles, ni parques públicos”, dice Hamad. La exuberante vegetación y lo colorido de su jardín contrasta con el gris que domina su casa y las vecinas. En grandes contenedores de plástico azul crecen dátiles, naranjas y palmeras, perejil, cactus y pimientos.
“A nuestros amigos e invitados les gusta venir a sentarse aquí porque la mayoría de ellos no tienen nada parecido a esto”, asegura Hamad. El director del Centro Palestino para el Desarrollo de la Juventud, Hussein Shabat, orienta a las familias que trabajan en proyectos de huertos en las azoteas, a veces con la ayuda de donantes extranjeros. ”Beit Hanoun es un lugar importante para esas huertas. Está cerca de la frontera con Israel y buena parte de la tierra agrícola ha sido destruida reiteradamente por el ejército israelí”, dice.
Según el Comité Palestino de Alivio Agrícola, hasta 7.500 hectáreas de tierra agrícola de calidad fueron destruidas por las aplanadoras y los bombardeos israelíes.”También hay muchos agricultores que no pueden acceder a sus tierras a causa de los israelíes”, añade Shabat. La imposición israelí de una “zona de exclusión” a lo largo de las fronteras de Gaza se traga por lo menos un tercio de las tierras agrícolas de la franja, volviendo letal cualquier área fronteriza a la que los cultivadores intenten llegar.
Antes estas tierras producían trigo, cebada y una variedad de frutos. Era el granero de Gaza. ”Muchas personas han abandonado sus hogares y tierras cerca de las áreas fronterizas, porque tienen miedo a los constantes disparos y ataques con explosivos israelíes”, dice Shabat. Ahora en el paisaje de Beit Hanoun no hay agua ni árboles. En el chato techo cuadrado de cemento de otra casa de Beit Hanoun, Ahed Shabat, de 42 años, cuida las plantas y verduras que crecen en cubas y macetas de cemento, en medio de ropa colgada a secar y tanques de agua.
“Cultivamos productos que podamos usar todo el año, como ajo y cebollas”, afirma. ”Pero todas las plantas de estación, como espinaca, perejil, rabanitos, berenjenas, maíz, calalú y ajíes. También cultivamos flores y hierbas para usar en el té, como menta, merrimea y zaatar”, agrega. Las últimas dos hierbas, que por lo general crecen silvestres en las colinas de la ocupada Cisjordania, son ingredientes básicos para la mayor parte del té de los palestinos, y tienen propiedades medicinales.
La azotea ayuda a mantener a su familia de seis integrantes, y es una isla de calma.”Este huerto se destina principalmente al consumo de nuestra familia, y a la vez nos sirve para ahorrar dinero”, explica Ahed Shabat. ”Mi familia disfruta de sentarse aquí entre las plantas, porque la mayor parte de la vida vegetal de Beit Hanoun fue destruida”, añade.
Proyectos de cultivo doméstico de alimentos como los que se desarrollan en los huertos de azoteas, así como la cría de conejos y pollos en los techos, ayudan a combatir la severa pobreza del 80 por ciento de habitantes de Gaza que dependen de la asistencia alimentaria. Quienes viven en hacinados campamentos de refugiados o sobrepobladas localidades pero tienen acceso a una azotea pueden mantener a raya la desnutrición y, en simultáneo, generar un pequeño ingreso.
“Me encanta criar aves”, dijo Abu Jehad, de 17 años, en la azotea de su cooperativa de apartamentos del centro de Gaza, donde cría aproximadamente 100 pollos y una veintena de palomas.”Aprendí sobre los pollos mirando cómo trabajaba mi amigo con su cooperativa. El único lugar que tenía para criar pollos era nuestro techo”, señala.
El emprendimiento avícola de Abu Jehad consiste en un corral destartalado de 1,5 por tres metros de trozos de madera, metal y red que abre diariamente para dejar que los animales corran y picoteen por todo el techo. ”Empecé con nueve pollos que mi amigo me había dado, y compré otros 10 con el dinero que había ahorrado. Mi familia me dio un poco más para ayudarme, así que compré otros 30″, relata.
El negocio no es fácil. “Esta primavera hubo vientos fríos por la mañana. Yo sólo tenía materiales básicos para una jaula simple, que estaba muy expuesta. Algunos de mis pollos murieron por el viento y la exposición al sol intenso”, dice. Otros se enfermaron. “Las medicinas son muy caras a causa del sitio, y para mí ya era un esfuerzo traerles comida. Pero compré los medicamentos, porque de otro modo se habrían muerto todos”.
“Ahora tengo unas 50 parejas, y diferentes tipos de pollos”, afirma Abu Jehad. Los huevos y la carne son de mejor calidad que los de los pollos criados en granjas, gracias a los alimentos naturales que les da, asegura. ”No los alimento con esteroides ni productos químicos, sólo con cáscaras de verduras, pan seco y semillas, y los dejo circular por la azotea todos los días”, explica. Algunas organizaciones no gubernamentales en Gaza brindan ayuda a proyectos como éste, pero Abu Jehad lo inició por su cuenta.
“Gasté mucho dinero cuando empecé con las aves, que durante mucho tiempo no me reportaron ninguna ganancia. Cuando tuve más pollos comencé a ganar un poco de dinero. Si mi familia no necesitaba el dinero de la venta de huevos, yo lo usaba para comprarles alimento a los pollos”, dice. Lo que comenzó como un proyecto nacido de la fascinación se convirtió en un medio relativamente lucrativo de ayudar a satisfacer las necesidades familiares.
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